Ben Harper, un gigante. No lo dudé en cuanto concluyó su magnífico concierto en Bilbao hace tres años. Aún estaba sofocado yo por la descarga emocional de su interpretación y el prodigioso despliegue instrumental de sus escuderos, los Innocent Criminals, cuando comparti entusiasmado mi dicha por inclinarme ante un maestro. Entonces tenía el autor un sublime disco que presentar, Both sides of the gun. Hoy llega con otro bajo el brazo, el no menos fabuloso White lies for dark times (Virgin, 2009).
Algo cambia, sólo algo, que ya no está detrás su quinteto habitual. Ahora Harper, en su undécimo trabajo desde 1994, se rodea de un trío de amigos, Relentless7, bajo, percusión y guitarra con los que agrede un poco más las cuerdas y espacia más sus pasajes más dulcificantes. Pero los sigue habiendo, y hermosos que son (Skin thin, Fly one time), paradores de descanso a lo largo de una travesía intensa que aceleran otros temazos más vigorosos como Keep it together, Why must you always dress in black o el single Shimmer & shime.
Ben Harper puede con todo, nunca lo he dudado. Su destreza con las guitarras, su pasmosa facilidad para cabalgar sobre los géneros y su don sagrado para golpear o acariciar con su voz en una misma composición lo siguen acomodando en la cima de los grandes.
Nota: 8/10