Post especial desde Bilbao:
Intuimos sus fans que vivirá de su propia leyenda. ¿Cómo vive en realidad?, nos preguntamos. ¿Siempre en la carretera?, ¿en uno de los camiones de viaje o en una lujosa caravana? ¿Dejará alguna vez de girar y girar en su ruta interminable de conciertos por los cinco continentes? ¿Se comunica por teléfono móvil o internet con los miembros cercanos de su familia (si es que mantiene contacto)? ¿Planea volver a alguna de sus casas y descansar, perdido en el campo o en la montaña? ¿Morirá en escena o sobre el asfalto? Todo lo que rodea a Bob Dylan es misterio, es eso, una leyenda.
Llega, canta y se marcha. Un simple gracias y un detalle hacia su banda, la presenta justo antes de la última canción. Los músicos le rodean cuando se descuelgan los instrumentos, entonces levanta con timidez una o las dos manos y deja el escenario. "Bueno, esto... gracias por venir. Estos somos nosotros. Este soy yo, Bob Dylan". Piensa, pero no habla. Poco necesita para encandilar (si le adoras, claro). Si le pides más, no te lo va a dar.
Dylan ha vuelto a España dos veranos después. Tribecasessions ha estado en las dos últimas fechas: Polideportivo Pisuerga de Valladolid (9 de julio) y Playa de Zurriola en San Sebastián (día 11). Lo disfruté más en León en 2004, he de reconocer. Habían pasado más años desde el último concierto suyo que había visto y la banda que le acompañaba entonces tenía más presencia, más fuerza. Él se escondía tras los teclados, como ahora, de los que extrae un alegre sonido de feria que en ocasiones desluce un poco las versiones. Se echa de menos al guitarrista Larry Campbell, quizá ahora Dylan prefiere tener a músicos más secundarios y menos vigorosos y por eso ha renovado a casi toda su banda de gira de los últimos años, salvo al bajista Tony Garnier. Le funcionó mejor la voz en Valladolid, porque en Donosti la arrastró, le costó acabar las frases con el mismo timbre con el que las empezaba. Compensó su debilitada garganta con la expresividad que escupió el sonido de su armónica, tierna y nostálgica en baladas como Don't think twice, it's all right o Girl of the North Country. De un concierto para otro, cambió tres canciones, repartió cuatro clásicos (Forever young y I'll be your baby tonight, entre ellos), convirtió en casi irreconocibles Mr. Tambourine y The times they are a-changin' y reforzó la musculatura rítmica de It's alright Ma y Highway 61 revisited. El cierre, como era de esperar, fue espléndido: Like a rolling stone y All along the watchtower. Pero el muy... no agarró la guitarra.
El día 28 de agosto publica un nuevo disco con temas inéditos, Modern times. Aunque no cabalgues al ritmo de nuestros días, no dejes de trotar.
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3 comentarios:
a mi me gusto mucho el concierto en Valladolid, pero he de reconocer que el concierto fue mejorando a medida que iba oscureciendo.Yo no soy una fan de Dylan pero me gusto mucho compartir el concierto con dos Dylanianos como Ruben Dario y Dufresne.
Gran compañía es también la de pequeña Ani, por supuesto. Quizá dentro de unos años, démosle cinco al menos, Dylan vuelve a entusiasmarnos más con otra de sus reinvenciones.
A mi también me gustó compartir este concierto, pequeña ani. Lo cierto es que fue muy bueno. Una pena lo de empezar tan temprano (9:25) y no hecerse de noche hasta la mitad o algo más del concierto y sí, sin duda, prefería la fiereza y feeling de Larry Campbell hace dos años a la guitarra. Pero Dylan es Dylan, su misticismo, su autenticidad y unas muy buenas canciones siguen dando estupendos conciertos. It's allright Ma, Forever young y Like a rolling stone los mejores de la noche...
...que pena que no tocara Love sick que sí lo hizo hacía dos conciertos
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