sábado, abril 29, 2006

BOOTLEG SERIES 3: VERSIONES CHUNGAS, VERSIONES CHULAS

Dos de mis escuchas más recientes han sido discos de versiones. Por un lado me he dejado atrapar por los viajes ‘ácidontados’ de Jerry Garcia al universo de mi/nuestro amado Bob Dylan. Por otro, me he unido a la tropa festiva reclutada por Bruce Springsteen para celebrar su admiración por las antiguas canciones tradicionales y por la figura de Pete Seeger.

¡Qué chungo!
Entendamos como chungo lo que, más que defectuoso, es complejo, difícil de asimilar y de encontrarle el encanto. Así es Jerry Garcia, los Grateful Dead y su Jerry Garcia Band. Me cuesta entrar en ellos, tanto en sus flujos de rock psicodélico como en sus fragancias country blueseras, todavía más en sus extensas y reposadas actuaciones en directo. Con cierta frecuencia les doy una nueva oportunidad para tratar de disfrutarlos pero nunca lo consigo. La última ha tenido como excusa su materia prima, una colección de versiones de Bob Dylan juntadas en un disco doble y reconstruidas por los Dead y la JGB, Garcia plays Dylan, a lo largo de tres décadas.


Estas covers se cuecen a fuego lento y nunca o casi nunca llegan a hervir, se distancian de la pieza original hasta parecer apenas reconocibles salvo por un verso memorable o el estribillo en medio de un océano de improvisación, progresan en marcha corta empujadas por la débil voz de Garcia, guitarrista sentimental pero limitado vocalista. Desde mediados de los sesenta hasta su muerte treinta años después, Jerry Garcia ha explorado el inmenso repertorio de Dylan hasta reinterpretarlo a su ritmo, perezoso, sin prisas, con un estilo tan flotante como cansino, sugerente a la par que agotador. Eso sí, algunas de estas largas, muy largas versiones, es preciosa.

¡Qué chulo!
Entendamos ahora por chulo aquello que despierta la alegría y el optimismo, los amigos juntos alrededor de una mesa cargados con instrumentos y canciones felices. Springsteen es siempre motivo para la alegría. Justo un año después del introvertido Devils & Dust, el jefe se pone al frente de una docena de música para seguir haciendo fecunda la tradición folk americana. Inspirado por antiguas canciones y melodías entrañables que sobreviven al paso de las generaciones y, sobre todo, por la muchas veces beligerante interpretación que de ellas hizo desde los años cincuenta el músico y activista Pete Seeger, Bruce saca brillo a la historia oral americana puliendo su esencia y manteniéndose al mismo tiempo tremendamente fiel a su concepción original.

Sus versiones, incluidas en el recientemente publicado We Shall Overcome. The Seeger Sessions, añaden más guitarras, violines, acordeón, trombones, batería y rústicas percusiones para acabar transmitiendo una contagiosa animosidad. Son cánticos gospel, cuentos circenses, temas cabareteros, lamentos campestres, música de taberna y emoción de grandes paisajes. Un trabajo prodigioso, de los que surgen por gracia y obra de los más grandes. Como el Boss.

martes, abril 25, 2006

LIVE IN 18: GUITAR SOLOS 5 (Del 20 al 1)

Pues aquí están los mejores de los mejores, los guitarristas y sus solos más inmortales de la historia del rock. Recordad, esta lista ha quedado así elaborada por los lectores de la revista especializada Guitar World. Seguro que no habéis coincidido plenamente con el orden final, seguro que echáis en falta algún otro solo rock que no ha aparecido entre los 100, seguro que no estáis de acuerdo con alguno que aquí figura. Las listas son una referencia que muchos detestan y que a otros les encanta. Mejor que todo eso es bajar la aguja y hacer rodar el disco para cabalgar a lomos de cualquier mástil a lo largo y ancho del planeta rock.

20. Bohemian Rhapsody / Queen (A Night at the Opera)
19. Highway Star / Deep Purple (Machine Head)
18. Little Wing / Jimi Hendrix (Axis: Bold as Love)
17. Cliffs of Dover / Eric Johnson (Ah Via Musicom)
16. Heartbreaker / Led Zeppelin (Led Zeppelin II)
15. Floods / Pantera (The Great Southern Trendkill)
14. Layla / Derek and the Dominos (Layla and Other Assorted Love Songs)
13. Texas Flood / Stevie Ray Vaughan (Texas Flood)
12. Johnny B. Goode / Chuck Berry (Chuck Berry Is On Top)
11. Voodoo Chile (Slight Return) / Jimi Hendrix (Electric Ladylan)
10. Crossroads / Cream (Wheels of Fire)
9. Crazy Train / Ozzy Ozbourne (Blizzard of Ozz)
8. Hotel California / The Eagles (Hotel California)
7. One / Metallica (And Justice for All)
6. November Rain / Guns n' Roses (Use Your Illusion I)
5. All Along the Watchtower/ Jimi Hendrix (Electric Ladyland)
4. Comfortably Numb / Pink Floyd (The Wall)

3. Freebird / Lynyrd Skynyrd (Pronounced Leh-nerd Skin-nerd)
2. Eruption / Van Halen (Van Halen)
1. Stairway to Heaven / Led Zeppelin (Led Zeppelin IV)

Casi no caben más comentarios. En el podio final entran más de una vez los MEJORES con mayúsculas, los que nadie cuestiona, esa primera división de la que unas veces es campeón Jimi Hendrix, otras Eric Clapton y otras Jimmy Page. También Ritchie Blackmore (nº19), Slash (nº6), David Gilmour (nº4) o Chuck Berry (nº12).

Para este capítulo final me cuesta más establecer mi propio trío de medallistas absolutos. Le daría el oro a un puñado de ellos, sin orden alguno, simplemente por la grandeza de sus canciones a lo largo de los años, porque nunca han perdido la magia que tuvieron cuando llegaron a acariciar nuestros oídos por primera vez.

Gracias Hendrix, por ser por una vez más grande que Dylan desde lo alto de la atalaya.
Gracias Clapton, por cruzar caminos y cantarle a Layla.
Gracias Gilmour, por adormecernos confortablemente.
Gracias Rossington y Collins, por liberar a vuestro pájaro y llevarlo al éxtasis.
Gracias Page, porque siempre sabemos que algún camino nos acabará por llevar al cielo.

BONUS TRACK 5: GREETINGS FROM L.A. (TIM BUCKLEY)

Este texto es un pequeño tributo a uno de los músicos solistas más singulares y misteriosos que he conocido, una especie de trovador maldito al que la vida no sólo concedió pocos minutos a él, sino además a su hijo, un heredero tan hechizante y prodigioso como su padre. A los 28 años Tim Buckley se autodestruyó; con 31, el río Mississippi se tragó a Jeff 22 años después. Su música, la de ambos, nos dura para siempre como un legado asombrosamente personal.

Con Tim Buckley había entablado contacto hace unos años a través de sus primeros dos discos y una grabación oficial en directo. Hace muy poco conseguí uno de sus discos postreros, una cumbre titulada Greetings from L.A., del año 1972, y recientemente acabo de escucharme casi todos sus trabajos, casi una decena.

Tim fue descubierto a mediados de los 60 por el manager de Frank Zappa. Con 19 años publicó su primer disco y uno después su muy elogiada continuación, Goodbye and Hello. Su música le situaba en la escena folk rock de la Costa Oeste americana, bañada por sonidos refrescantes (The Byrds) y grupos y cantautores más o menos experimentadores (Buffalo Springfield, Jackson Browne). Buckley no tardó en experimentar también y sus notas pasaron de cubrir canciones folk a componer más extensos temas cercanos al jazz para acabar derivando en el funk acústico y el pop rock. No es fácil dejarse atrapar por su obra, salpicada de ensayos fallidos como Lorca o Starsailor, ambos de 1970, pero a lo largo de toda su creación brilla de manera inquietante y sorprendente su peculiar voz de tenor, un instrumento más que se retuerce, gime, chirria, llora, seduce, se pierde y enloquece según la canción que acompañe. Jeff Buckley conservó décadas después esta extraña cualidad vocal. Pocos, muy pocos artistas de rock se involucran tanto en una canción como los Buckley, respiran con ella de forma atormentada hasta hacerla sobrecogedora.

Greetings from L.A. aparece en la carrera de Tim a caballo entre sus proyectos decepcionantes y sus últimas propuestas fracasadas, las que le hundieron moralmente y desembocaron en una sobredosis de drogas mortal en junio de 1975. Sus letras sexuales y lascivas son el pretexto ideal para que el autor convierta sus gritos en cabreos, sus insinuaciones en carcajadas y su música en un cargamento de cálido y atrevido rhythm blues cubierto de funk. Es su mejor disco, un trabajo que justifica perfectamente una de sus sentencias: "No necesito el mundo del rock para sentirme persona, músico o cantante o para tocar para los demás. Lo único que tengo que hacer es subirme a un escenario y tocar".

miércoles, abril 19, 2006

LIVE IN 17: GUITAR SOLOS 4 (Del 40 al 21)

Bueno, bueno... el ránking mundial de solos de guitarra, a tenor de la revista Guitar World, recordad, va desvelando los puestos altos para sus mejores héroes del mástil. Afinad el oído.

40. Reelin’ In the Years / Steely Dan (Can’t Buy a Thrill)
39. Cortez the Killer / Neil Young (Zuma)
38. Whole Lotta Love / Led Zeppelin (Led Zeppelin II)
37. Sweet Child O’Mine / Guns ‘N’ Roses (Appetite for Destruction)
36. Black Star / Yngwie Malmsteen (Rising Force)
35. Cemetery Gates / Pantera (Cowboys From Hell)
34. Paranoid Android / Radiohead (OK Computer)
33. The Thrill is Gone / B.B. King (Completely Well)
32. Machine Gun / Jimi Hendrix (Band of Gypsies)
31. Stranglehold / Ted Nugent (Ted Nugent)
30. Surfing With the Alien / Joe Satriani (Surfing With the Alien)
29. For the Love of God / Steve Vai (Passion and Warfare)
28. Mr. Crowley / Ozzy Ozbourne (Blizzard of Oz)
27. Pride and Joy / Stevie Ray Vaughan (Texas Flood)
26. Smells Like Teen Spirit / Nirvana (Nevermind)
25. Aqualung / Jethro Tull (Aqualung)
24. Fade to Black / Metallica (Ride the Lightning)
23. Bulls on Parade / Rage Against the Machine (Evil Empire)
22. Sultans of Swing / Dire Straits (Dire Straits)
21. Time / Pink Floyd (Dark Side of the Moon)


Diría yo que no es que Jonny Greenwood (Radiohead) y el finado por depresión Kurt Cobain (Nirvana) sean excelentes guitarristas, ¿no os parece? Por otro lado, los juegos malabares a lo largo y ancho del mástil no me gustan, su prepotencia me fastidia, y diría que el aburrido G3 que componen Vai, Satriani y Malmsteen figura en este tramo de lista por las innegables habilidades de cada uno y por aquello de que estaría mal que no apareciesen ¿no?

Cualquier podio particular carece esta vez de sentido (aunque Young, Page y BB King lo ocuparían) cuando en el puesto número 37 se balancea, grita, llora y explota la guitarra de Slash en compañía del vozarrón histérico de Axl en Sweet Child O’Mine, una de las mejores canciones rock de la historia. ¿Alguien lo duda?

VOLUME ONE 19: SHOW YOUR BONES (YEAH YEAH YEAHS)

La cosecha rockera que se viene cultivando en Nueva York desde la entrada en el nuevo milenio, empaquetada a rachas con acertadas etiquetas adicionales (punk o garage revival) me rechina. Acepto que el poco atractivo que desprenden estas nuevas bandas dificulta o retrasa mi entrada en su círculo musical o en el de formaciones paralelas o similares surgidas en otros puntos geográficos. Así, ni The Strokes, ni The Hives, los más veteranos Girls Against Boys o Peaches me han cautivado lo más mínimo con las pocas dosis de su trabajo que he escuchado. Más me disgusta incluso que estos u otros grupos adopten como curiosa señal de identidad la ausencia de algún instrumento básico en el desarrollo de sus canciones y de casi toda su música; supongo que porque me parece que los temas no están completos, no parecen llenos. The Kills tampoco me gustan y todavía menos los escandalosamente encumbrados White Stripes, los mismos que alguna anticuada revista especializada de nuestro país (la mayoría los apreciaron desde el principio) censuraba cuando empezaban a hacerse escuchar y años más tarde llega incluso a venerar y a encontrar condiciones geniales en sus filigranas sonoras. The Black Keys, un dúo de Ohio (también cuna de experimentos ruidosos desde finales de los setenta) es otra cosa, no me han disgustado, y con Yeah Yeah Yeahs, que coinciden con los primeros en su empeño en prescindir del bajo, he pasado del rechazo inicial a la momentánea aceptación posterior.

Esta larga introducción me lleva a comentar con más brevedad el segundo álbum largo de los Yeahs, trío neoyorkino encabezado por la menuda morena de flequillo caído Karen O, responsable de los berridos púberes que ya empiezan a hacer reconocibles sus canciones. Su primer disco, Fever to tell, de 2003, se ganó buenas críticas, a mí me pareció caótico y por momentos irritante. Este nuevo Show your bones adiestra la furia de su disco de debut, aunque son la voz juvenil malhumorada de Karen O, la contundencia sonora de la batería de Brian Chase y la guitarra de Nick Zinner, además de algún que otro áspero ruido de sintetizador, los elementos que convierten el disco en un producto vitamínico y seductor. Quienes tengáis dudas y hayáis oído hablar del grupo escuchad al menos el single y tema inicial Gold Lion, y quizá os levantéis del asiento.

Nota: 6/10

domingo, abril 16, 2006

VOLUME ONE 18: BOTH SIDES OF THE GUN (BEN HARPER)

Año tras año y disco tras disco, crece mi respeto y admiración por Ben Harper por una razón por encima de otras (y son varias las que en su caso encuentro): su facilidad natural para no repetirse, una elogiable flexibilidad a la hora de pintar sus trabajos con distintos colores y diversas gamas en cada uno de ellos. No sorprende en un chico que creció rodeado de discos de todos los estilos en la tienda que sus padres tenían a las afueras de Los Angeles y que en sus propios álbumes (seis de estudio con su banda, otro en directo y dos más con los Blind Boys of Alabama) se permite saltar sin red porque sabe que no va a resbalar. Both sides of the gun da nombre a su nuevo racimo de canciones para 2006, 18 cortes que componen un doble álbum cuya duración no llega a los 65 minutos y que aparecen repartidos en dos bloques diferenciados aunque complementarios.

Después de haber grabado y girado con los no tan boys ciegos Alabama en sus dos anteriores discos, Ben Harper se encierra un poco más en sí mismo para dar a luz una criatura que destila tanta furia como intimismo, tanta paz como jocosa inquietud. Es él tan diestro músico como magníficos sus acompañantes, los Innocent Criminals que siempre le acompañan, por eso el resultado discurre encajado con precisión de relojero. Las dos caras de su nueva arma musical revelan por un lado al Harper más reposado, el que expulsa deslizantes sus palabras para hacerte dormir o para enfadarse en silencio pero sin que tú te preocupes, y por otro al voraz degustador y cultivador de rock, blues, funk y soul que el sonido metálicas de su guitarra Weissenborn ayudan a limpiar.

Nueve temas tranquilos preceden a nueve más nerviosos. Él mismo confiesa que no supo darles orden y acabó combinándolos de la manera menos artificiosa. Ambas partes se agradecen, porque en cada una descansan magníficas canciones y emociones, como la apertura gospel del bloque más animado Better way, la funky Black rain, la tabernaria Please don’t talk about murder while I'm eating, la stoniana Get it like you want it o la catárquica Serve your soul, que clausura el viaje; además de una remesa para el sosiego medicinal (Morning yearning, Sweet nothing serenade) o atormentado (Reason to mourn). Matrícula de honor.

Nota: 10/10

miércoles, abril 12, 2006

VOLUME TWO 16: QUIQUE GONZÁLEZ

Es una pena que haya más Quiques González en Estados Unidos que en España. Bueno, quizá aquí los hay en modesta abundancia, casi nunca sobre los escenarios más iluminados por la fama y el éxito, y es la mediocridad pasajera que marcan las modas y las tendencias programadas por la caduca modernidad lo que nos los tapan. Es una pena que no disfrutemos en España de tantos Tom Pettys como hay en Estados Unidos, artistas fieles a sus convicciones musicales, manantiales de sencillez creativa y emociones sinceras, solistas de voz callada y eco prolongado.

No es un exageración gratuita, es lo más parecido a establecer la comparación más fiel y próxima. Podría haber citado también a Roger McGuinn, Van Morrison, Peter Wolf, George Harrison, Gene Clark o Ryan Adams como modelos con los que se pueden emparejar las canciones y la música de Quique González. Pero la primera vez que escuché uno de sus temas, hará unos cuatro años, percibí en él la limpieza intrumental y las despejadas armonías que presentan los discos de Tom Petty. Eso es todo un placer, el de las cosas sencillas.

Quique desprende la misma actitud que Tom, son dos creadores que no hacen ruido ni lo necesitan, que hacen discurrir su trayectoria con calculada parsimonia y sin fuegos de artificio y que saben rodearse de compañeros de grabación y de gira brillantes, adecuados a sus creaciones. No se van de nada ni aparentan ser lo que no son, respiran regidos por la ley de la naturalidad. Eso también es actitud.

Cuando canta, Petty se parece muchas veces a Dylan; cuando lo hace González recuerda a Enrique Urquijo. Es una deformación aceptable, teniendo en cuenta que parte de su crecimiento artístico lo experimentó a su lado en los escenarios de su Madrid natal. Esa relación arrimó a Quique al entorno de los cantautores de mediados de los noventa, pero su posterior recorrido musical lo aparta por completo de los Serrano, Guerra, Álvarez, Silvio y compañía. Por fortuna.

Si fuera un profesor, la nota que les daría a ambos no sería un sobresaliente, aunque sí un notable bastante alto. Son de esos solistas de los que te vas sabiendo canciones sin conocerlas por el título. Me ocurre más con Quique González, quien con cinco discos a sus espaldas y un recién estrenado directo aún promete más kilómetros de música que recorrer. Sus latidos ya no entienden de dependencias ni ataduras, porque después de haber grabado sus tres primeros trabajos con Polygram, Universal y ambas compañías fusionadas, generó unas ventas discretas y no se ganó la confianza plena de los dirigentes, lo que le llevó a crear su propio sello para dedicarse a seguir haciendo lo que más le gusta, crear canciones, todavía con más libertad. A su lado ha estado desde el inicio el productor y espléndido guitarrista Carlos Raya (Antonio Vega, M Clan), toda una garantía en directo y un peón fundamental que ha hecho aumentar el peso y la relevancia de Quique en el pictórico paisaje musical nacional.

Su repertorio va adquiriendo una coherencia y linealidad envidiables: Personal (1998) es directo y rockero, aún inocente pero prometedor; Salitre 48 (2001) alterna preciosas baladas y trabajados guitarrazos y sólo le sobra su exceso de minutaje; Pájaros mojados (2002) es muy americano, puro Tom Petty, una delicia ideal; Kamikazes enamorados (2003) supone su independiente incursión en íntimas capas de instrumentación básica, un disco tímido y deprimido; La noche americana (2005) recupera fragancias rockeras pero se revela algo insustancial; y Ajuste de cuentas (2006) incluye a Drexler, Ríos, Ferreiro y Bunbury en una actuación en vivo de Quique con su banda, los Taxi Drivers, es un directo claro, sentido con entusiasmo y brindado con riqueza, otra vez sencillo, otra vez bueno.

Ya no hablo más. Quienes no conozcáis a Quique González dadle una oportunidad. Sin dudarlo.

LIVE IN 16: GUITAR SOLOS 3 (Del 60 al 41)

Tercer capítulo del repaso a las diabluras guitarrísticas del rock and roll. Nos vamos acercando a la cúspide marcada por los lectores y expertos de la revista Guitar World. Los 70, 80 y 90 acaparan la zona intermedia de la clasificación de los 100 mejores solos. Aparecen y reaparecen los mejores maestros:

60. Zoot Allures / Frank Zappa (Zoot Allures)
59. You Really Got Me / The Kinks (Kinks)
58. Cocaine / Eric Clapton (Slowhand)
57. Walk / Pantera (Vulgar Display of Power)
56. War Pigs / Black Sabbath (Paranoid)
55. Satch Boogie / Joe Satriani (Surfing With the Alien)
54. Geek USA / Smashing Pumpkins (Siamese Dream)
53. Since I've Been Loving You / Led Zeppelin (Led Zeppelin III)
52. Star Spangled Banner / Jimi Hendrix (Woodstock)
51. Master of Puppets / Metallica (Master of Puppets)
50. Shock Me / Kiss (Love Gun)
49. Europa / Santana (Amigos)
48. Sympathy for the Devil / The Rolling Stones (Beggar’s Banquet)
47. Jessica / The Allman Brothers (Brothers and Sisters)
46. Hot For Teacher / Van Halen (1984)
45. Light My Fire / The Doors (The Doors)
44. Alive / Pearl Jam (Ten)
43. Sharp Dressed Man / ZZ Top (Eliminator)
42. While My Guitar Gently Weeps / The Beatles (The White Album)
41. Brighton Rock / Queen (Sheer Heart Attack)


Sí, los mejores: algunos envejecidos y cansinamente repetitivos (por no decir plomizos) hoy en día, como Carlos Santana o Brian May. Otros poseen habilidades prodigiosas aunque yo no me arrimo demasiado a su legado, como Joe Satriani, Eddie Van Halen, Toni Iommi (Black Sabbath) o Kirk Hammett (Metallica). Me cuesta también dejarme convencer por la aparente pero para mí nunca reconocible genialidad de Frank Zappa, será por las reservas (y temores) con que suelo acoger las propuestas transgresoras.

Yo soy más clásico, por eso el tercer y el segundo cajón del podio personal de estos veinte solos de guitarra escogidos lo ocupa la misma persona, Eric Clapton. Le doy el bronce al célebre tema Cocaine (nº58), contagioso incluso en las cuerdas originales de JJ Cale e inmortalizado por Clapton en el disco Slowhand, adictivo como la sustancia que recorre los párrafos de este tema tan sencillo como redondo. Clapton se cuelga también la medalla de plata como invitado especial del álbum blanco de los Beatles, amigo cercano de George Harrison y colaborador en su maravillosa composición While my guitar gently weeps (nº42), donde los dedos de ‘mano lenta’ sacan las lágrimas a su guitarra. En lo alto, Mike McCready levanta el tema Alive (nº44), de Pearl Jam, a una cima embriagada por el climático y liberador solo final de su guitarra y los gemidos rabiosos de Eddie Vedder.

jueves, abril 06, 2006

VOLUME TWO 15: WONDERFUL STEVIE

Hay recuerdos con los que crecemos que condicionan durante largo tiempo nuestra apreciación hacia algo o alguien y hasta mucho más adelante no nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos. Un buen número de bandas o músicos no entran en mi lista de espera para ser conocidos y escuchados quizá porque cuando supe de ellos hace tiempo ya no me animaron a que me adentrase un poco más. Pero nunca es tarde para rectificar. Por ejemplo, con respecto a Stevie Wonder, quien me machacó y agotó demasiado en los años de mi infancia con su tema I just call to say I love you para la película La mujer de rojo. No sé, acabé cogiéndole manía a aquella canción y al propio Stevie. Yo lo veía siempre tan sonriente ante los teclados, con sus gafas grandes y aquel peinado de trenzas y me preguntaba: pero si este tío es ciego de nacimiento, ¡cómo puede estar siempre tan feliz! Aquel recuerdo me hizo prejuzgarle a una edad a la que no es sencillo pensar con paciencia las cosas y desde luego no hizo justicia al valor que merece la música de todo un solista prodigioso y tan influyente como es Stevie Wonder.

Varias de mis lecturas recientes señalan recomendables, sobre todo, tres discos de la primera mitad de los 70 que dignifican la imagen de un Wonder al que los años posteriores, recargados de experimentación y sintetizadores en sus creaciones de soul pop, desdibujaron su prestigio. En los últimos días me fui a comprar sendas reediciones de esos discos para contactar primero y comprender mejor la huella musical de Steveland Hardaway Judkins, un niño sobrenatural, ciego desde que nació, que a los nueve años ya sabía tocar el piano, la armónica y la batería, a los doce era contratado en Detroit por Berry Gordy, mandamás de la Motown, tras escucharle en una audición, y un año más tarde tenía sus primeros éxitos en el mercado. ¿Cuántos conocéis así?

Mi incursión en Stevie Wonder me lleva a comienzos de los setenta, cuando el músico, después de varios hits cantados por él y otros artistas de su entorno, escribe, produce y toca casi todos los instrumentos a la edad de 22 años. Incluso se había dado prisa en casarse y en separarse. Su ruptura (más bien amistosa) con Syreeta Wright marca la gestación del disco Talking book (1972), otro bombazo de ventas y premios en el que Stevie alterna el rhythm blues con el calor jazzístico de las baladas, aunque el ritmo funky de su éxito Superstition se revela como el momento más grato de un repertorio excepcional, bañado por su elástica voz y su precisión instrumental y una colección de letras espirituales abatidas por el desamor.

Este disco adelanta avances sonoros que el músico expondrá con más claridad y decisión de Innervisions (1973), un álbum más combativo e inconformista que pudo haber sido el último del autor, puesto que en ruta hacia un concierto sufrió un accidente de automóvil que le dejó temporalmente en coma y a punto estuvo de quitarle la vida. Dos temazos redondos como Living in the city (una canción que huele a gheto en cada segundo) y Higher Ground convirtieron este álbum más social y racial en el mejor del año en los premios Grammy. Desolación y enfado, intensidad y emoción, funk y R&B, se citan en una obra maestra desde la primera escucha.

Después de casi dos años de descanso y un disco intermedio más complicado, Stevie Wonder armó su trabajo más grandilocuente, un doble álbum con ep incluido titulado Songs in the key of life (1976), una producción muy elaborada que fue anticipando el pop bailable que habría de sonar no sólo a finales de la década sino veinte años después. No hay más que escuchar el tema Pastime paradise, sobre cuya base el rapero Coolio reinterpretó en los noventa Gansta’s paradise para el film Mentes peligrosas, para percibir las cualidades visionarias (no es un chiste inoportuno) de Stevie Wonder. Songs... reúne también cuerdas y metales que decoran fusiones de jazz, soul y funk de fino tejido, todo ello hilvanado por los tonos amables de su voz amistosa.

Después de estas tres joyas, Wonder espació más su producción, que aunque generó nuevos éxitos (a finales de 2005 terminó disco tras varios años de sequía) se hace menos interesante. Pero, ¿quién sabe?, puede que dentro de varios posts me dedique a reivindicar otro de sus periodos.

LIVE IN 15: GUITAR SOLOS 2 (Del 80 al 61)

Seguimos con la lista de los mejores cien solos de guitarra de la historia del rock, poco a poco acercándonos hasta los primeros elegidos por los lectores de la revista Guitar World:

80. You Shook Me All Night Long / AC/DC (Back in Black)
79. Mean Street / Van Halen (Fair Warning)
78. Truckin' / The Grateful Dead (American Beauty)
77. Man in the Box / Alice in Chains (Face Lift)
76. Cinnamon Girl / Neil Young (Everybody Knows This is Nowhere)
75. Won't Get Fooled Again / The Who (Who's Next)
74. Lazy / Deep Purple / (Machine Head)
73. Stash / Phish (A Picture of Nectar)
72. Walk This Way / Aerosmith (Toys in the Attic)
71. Maggot Brain / Funkadelic (Maggot Brain)
70. Purple Haze / The Jimi Hendrix Experience (Are You Experienced?)
69. And Your Bird Can Sing / The Beatles (Revolver)
68. Starship Trooper / Yes (The Yes Album)
67. Beat It / Michael Jackson (Thriller)
66. Blue Sky / The Allman Brothers (Eat a Peach)
64. Little Red Corvette / Prince (1999)
65. In Bloom / Nirvana (Nevermind)
63. Black Hole Sun / Soundgarden (Superunknown)
62. Money / Pink Floyd (Dark Side of the Moon)
61. No More Tears / Ozzy Osbourne (No More Tears)


Más gigantes de la guitarra rockera aparecen por primera vez en esta tanda y sólo el dúo Duane Allman-Dickey Betts repite. Un poco de todo se deja oír: espesura grunge a cargo de Kurt Cobain (Nirvana), Jerry Cantrell (Alice in chains) y Kim Thayil (Soundgarden); contagiosa furia rockera en los dedos de Angus Young (AC/DC), Eddie Van Halen, tanto en su banda como de invitado en el Thriller del Michael Jackson más parecido a un ser humano, y Joe Perry (Aerosmith) en la simpática Walk this way; y acordes lisérgicos cortesía de Jerry García (Grateful Dead) y Trey Anastasio (Phish).

‘Debuta’ Hendrix en el listado gracias a la merecedora Purple haze, así como George Harrison con una radiante gema del cada vez más reivindicable Revolver, y la epiléptica guitarra de Neil Young en su primera entrega con los indomables Crazy Horse.

A la hora de elegir, si yo tuviera que hacerme un podio con este grupo de veinte solos pondría al arrebatado Pete Townshend (nº75) en el tercer cajón, muy poco superado por David Gilmour y su aplastante exhibición en Money (nº62); el campeón sería, sin duda, el imperial solo de Eddie Hazel al comienzo de los diez minutos que dura Maggot Brain (nº71), una maravilla extraordinaria del álbum del mismo título de Funkadelic, un lamento tan viril como perezoso que devuelve al Jimi Hendrix más atormentado a la vida.

Seguid enchufados...

lunes, abril 03, 2006

SOUNDTRACK 13: DYLAN ON SOUNDTRACKS

Supone para mí un vicio inalterable hablar y disfrutar de Dylan. El cielo ya ha sido tocado y nadie más en vida podrá volver siquiera a rozarlo. Un motivo más para haceros partícipes de mi devoción por el divino Bob lo encuentro en la presencia de algunas de sus canciones en las bandas sonoras de películas. En otros textos me referí al placer de escuchar la adecuada intromisión de temas de Tom Waits en las pelis, y con Dylan ocurre lo mismo. Sí, en posts anteriores me referí a su participación como actor en contados films, además de su ocasional composición de scores; ahora me entretendré un rato en mencionar y resaltar lo fantásticamente bien que suenan sus canciones en alguna parte de los largometrajes cuyos supervisores musicales y directores de cine han tenido el acierto de incluirle.

Sin ir más lejos, en mi última visita al cine vi la película En tierra de hombres, con Charlize Theron como protagonista, y en la que suenan cuatro canciones de Bob Dylan. Una de ella cierra la película, con la subida de los títulos de crédito. Se trata de Sweetheart like you, un tema del disco Infidels (1983) que tenía algo olvidado, pero que al escucharlo en una gran sala y a un volumen alto me ha provocado una regocijante sensación, como cuando te encuentras con una hermosa chica a la que hacía mucho tiempo que no veías y te permites decirle ‘pero qué preciosa estás’. En la misma película se puede escuchar además Lay Lady Lay, Do right to me babe y Tell Ol’ Bill.

Canciones de Dylan han sonado en muchos films. Por haber compuesto una en especial para el cine tiene incluso un premio Oscar, la grandiosa Things have changed que abría y ponía fin a Jóvenes prodigiosos (2000) con su ritmo animado, matices cínicos y un halo para la esperanza. En plena Never Ending Tour, desde Australia creo, se enteró y recibió el premio Dylan, con una vacilante sonrisa en primer plano y una banda de ensueño con Charlie Sexton, Larry Campbell y Tony Garnier a su espalda.

La magnífica El compromiso (2002), con Jake Gyllenhaal y Dustin Hoffman, incluía Meet me in the morning y Buckets of rain, dos piezas maravillosas de la obligada e imprescindible obra maestra Blood on the tracks (1975). Un tema no menos perfecto del mismo disco, Shelter from the storm, servía de optimista colofón al soleado desenlace de Jerry Maguire; mientras que Every grain of sand, corte final de Shot of love (1980), subrayaba el final desesperanzador de los yonquis ladrones protagonistas de Al final del edén (1998).

Por el contrario, The man in me, un encantador tema de New morning (1970) llenaba musicalmente la cabecera de presentación del simpar El Nota (Jeff Bridges) en los alucinógenos créditos iniciales de El gran Lebowski (1997). Incluso el cine español tomó prestado el tema original All along the watchtower (la de Dylan, no la más popular y mejorada versión de Hendrix) para completar la retrospectiva historia de En busca de la felicidad (1997), con Verónica Forqué como madre de los/as jóvenes Adánez, Abascal, Fuentes y Nieto.

Años atrás, en una película menor y olvidada de 1991, La última apuesta, con el malogrado River Phoenix en cabeza del reparto, sonaba un acústico tema del álbum The Freewheelin’ (1963), Don’t think twice, it’s alright, que acompañaba la despedida de una pareja después de verse y acostarse sólo una noche, la anterior a la partida del muchacho hacia el frente de una guerra. De un modo tan emocionante se deslizaba produciendo escalofríos Most of the time, precioso corte del no menos bello álbum Oh Mercy (1989) en una escena dramática de la comedia Alta fidelidad (2000), cuando John Cusack sucumbe a sus abandonos mojado por la lluvia.

Son éstas las intervenciones dylanianas que más me han llamado la atención en las bandas sonoras de películas, aunque hay más: Highway 61 Revisited suena en The hunted (2003), Tweedle Dee & Tweedle Dum en el frenético comienzo de Bandits (2001), It's All Over Now, Baby Blue en Girl Interrupted (1999) y, por supuesto, Hurricane en el biopic sobre el boxeador Huracán Carter (1999) encarnado por Denzel Washington.

En fin... que toda película en la que se cuele un relato musical narrado con la voz de Bob Dylan, fértil hace décadas, arrugada en el presente, ya tiene al menos algo destacable por muy defectuosa que sea en otros aspectos. Con ellas, con el cine, el genio extiende su volumen, aumenta su peso entre los campos culturales y engrandece su inmortal. Él mismo es la banda sonora de mi vida.

LIVE IN 14: GUITAR SOLOS 1 (Del 100 al 81)

Leí la noticia hace poco, aunque me había enterado unos meses antes. Trataba de listas o rankings, de los que con la frecuencia habitual de un año aparecen en los periódicos. A muchos nos da igual, pero a otros les gusta mucho eso de saber quién es el mejor en algo o qué es lo mejor de entre todo. Sean expertos o aficionados los que votan, eruditos en la materia o lectores más o menos fieles, las listas suelen ser una referencia, en especial cuando su confección parte de una fuente cuya fiabilidad responde a su reconocimiento. En este caso es la revista especializada Guitar World la que acaba de dar a conocer un listado de los 100 mejores solos de guitarra de la historia del rock según la opinión de sus lectores, que debo suponer que han de ser muchos repartidos por el planeta y seguro que hasta habrán escuchado todos (o casi) los solos de guitarra habidos y por haber.

Os voy a ir mostrando la selección final por partes, desde los menos hasta los más votados, y me permitiré hacer algún breve comentario sobre cada fragmento de escogidos. Desde luego no cometeré la fanfarronería de decir que los he escuchado todos, porque no, no los he escuchado todos.

Aquí van los primeros (o los últimos):

100. Three Days / Jane’s Addiction (Ritual de lo Habitual)
99. Cause We’ve Ended as Lovers / Jeff Beck (Blow by Blow)
98. Under a Glass Moon / Dream Theater (Images & Words)
97. Cherub Rock / Smashing Pumpkins (Siamese Dream)
96. Honky Tonk Women / The Rolling Stones (Let it Bleed)
95. Yellow Ledbetter / Pearl Jam
94. Working Man / Rush (Rush)
93. The End / The Doors (The Doors)
92. Stray Cat Strut / Stray Cats (Built for Speed)
91. I Heard It Through the Grapevine / Creedence Clearwater Revival (Cosmo's Factory)
90. Let it Rain / Eric Clapton (Eric Clapton)
89. Killing in the Name / Rage Against the Machine (Rage Against the Machine)
88. Kid Charlemagne / Steely Dan (The Royal Scam)
87. Cult of Personality / Living Color (Vivid)
86. Whipping Post / The Allman Brothers (The Allman Brothers Band)
85. Moonage Daydream / David Bowie (The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars)
84. Santeria / Sublime (Sublime)
83. Scuttle Buttin’ / Stevie Ray Vaughan (Couldn't Stand the Weather)
82. 21st Century Schizoid Man / King Crimson (In the Court of the Crimson King)
81. Sweet Jane / The Velvet Underground (Loaded)


Empiezan a aparecer los grandes de las cuerdas: Beck, Vaughan, Richards, Ronson, Clapton, Navarro y el tándem Duane Allman-Dicky Betts de los Allman Brothers Band. El de Whipping post (nº86) es un duelo que las actuaciones en directo del grupo perfeccionan, sobre todo por su alargamiento, que conduce a ambos guitarristas hasta el éxtasis. Afilado Betts, más cálido Allman, lograron su mejor interpretación en el directo mítico de Fillmore East, días antes de la muerte de Duane en la carretera sobre los lomos de una moto.

Me parece también brillante y embriagador, el tramo apocalíptico que la guitarra de Dave Navarro cubre en el tema Three days (nº100); pero mi preferido de estos 20 solos es el que John Fogerty se marca en la sublime versión del tema de Whitfield y Strong I heard it through the grapevine (nº91), popular en la voz de Marvin Gaye. Hasta los 11 minutos llega el tema, coronado por un fragmento que más parece una jam comandada por la guitarra insistente y insatisfecha de Fogerty. Es la cumbre de un disco lleno de alturas, el Cosmo’s Factory de los queridos Creedence Clearwater Revival.

Dentro de poco, más...