Un ejemplo más de las buenas relaciones que guardan el cine y el rock and roll es la ocasional composición de bandas sonoras para películas a cargo de músicos de rock u otro estilo de música. Algunos artistas del pop, folk, blues, rap y propiamente rock no sólo han prestado canciones para que unos segundos de ellas sonaran en films, o compuesto otras originales para cierta película en exclusiva, como por ejemplo las que Bob Dylan y Bruce Springsteen incluyeron en Jóvenes prodigiosos y Philadelphia (ganadoras ambas del Oscar a la mejor canción); un buen número de esos artistas han sido los autores del score de algunas películas, no muchas, pero valiosas en muchas ocasiones por la contribución de estos músicos en un terreno distinto al habitual en que trabajan y se mueven.
Películas cuya acción se desarrolla en ambientes callejeros o jazzísticos han estado bien complementadas por la aportación musical de autores acostumbrados a esos ámbitos como Quincy Jones (A sangre fría), Herbie Hancock (Colors), Michel Colombier (New Jack City), Stanley Clarke (Los chicos del barrio). Más contemporáneo es el trompetista y arreglista Terence Blanchard, colaborador habitual de Spike Lee, para el que ha creado buenos scores como los de Mo’ Better Blues, Summer of Sam o La última noche.
En terreno parecido aunque en una escena más underground se mueve el músico John Lurie, responsable de partituras y canciones idóneas para el cine de Jim Jarmusch (Bajo el peso de la ley, Mystery Train) o para historias negras y paródicas como la del film Cómo conquistar Hollywood. Sin apartarse de Jim Jarmusch, para quien ha sido también actor, Tom Waits compuso la música noctámbula de Noche en la tierra, además de canciones y el score de la infravalorada Corazonada, de Francis Ford Coppola.
Más prolíficos y asentados entre los compositores de bandas sonoras pero siempre activos en otros proyectos son Stewart Copeland, sensacional batería de Police, y el guitarrista Ry Cooder. El primero creó música en más de una ocasión para Coppola (La ley de calle), Oliver Stone (Wall Street) y Ken Loach (Riff Raff); mientras que el segundo mantiene una estrecha relación con Walter Hill (La presa, Johnny Peligroso) y Wim Wenders, para quien compuso las reconocidas y maravillosas piezas acústicas con inconfundible slide guitar de París, Texas. Amigo y colaborador de Cooder fue el fallecido Jack Nietszche, teclista y productor con Neil Young, entre otros, y autor de la música de Nueve semanas y media y Labios ardientes.
Otros músicos y productores que han trabajado con importantes bandas a lo largo de distintas décadas son Daniel Lanois, Trevor Rabin o Rick Wakeman. Lanois, productor de U2 y Emmylou Harris, firmó el score de la película de Billy Bob Thornton Sling Blade. Rabin y Wakeman, que fueron componentes de la banda de rock progresivo Yes, tuvieron un camino distinto, ya que mientras el primero ha consolidado su estilo dinámico y agresivo en películas de acción (Armageddon, 60 segundos), el segundo sólo tuvo puntuales trabajos en colaboración con el director inglés Ken Russell (La pasión de China Blue).
Otros que tuvieron un breve periplo de creación para películas fueron el productor Giorgio Moroder (El expreso de medianoche, Flashdance), más acostumbrado a perpetrar discutible música discotequera, y la banda alemana Tangerine Dream, cuya flotante psicodelia electrónica encajó perfectamente entre las imágenes de Risky business y Ladrón. Otra banda mastodóntica, Pink Floyd, aburrió a finales de los sesenta con su trabajo para el film More, pero creó un disco y una banda sonora inmortales con The Wall.
Más puntuales pero elogiables han sido también los scores compuestos por Iggy Pop para el debut en la dirección de su amigo Johnny Depp, The Brave; el trabajo de Neil Young para Dead Man, de Jarmusch; T-Bone Burnett para O Brother; sin olvidar la preciosa banda sonora de Bob Dylan para Pat Garrett & Billy The Kid. Más deficientes fueron los experimentos de Peter Gabriel como firmante de los scores de Birdy y La última tentación de Cristo.
Músicos y productores más actuales que se mueven en terrenos diversos como el tecno, el rock psicodélico, el pop y el folk como Craig Armstrong, Nathan Larson, Mark Mothersbaugh y los hermanos Mychael y Jeff Danna trabajan ocasionalmente en el cine. Dan muestra de su habilidad en películas como Moulin Rouge, Tigerland, Los Tennenbaums o Truman Capote respectivamente. Por el contrario, quienes ahora se han consolidado en la categoría de compositores de cine son el célebre y magnífico Hans Zimmer o el interesante Bernardo Bonezzi, que comenzaron en Alemania y España como miembros de grupos tecnopop de corta vigencia.
jueves, marzo 02, 2006
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2 comentarios:
Uy, uy, uy...
Me voy a servir:
Jack Nietszche me encantó en "Alguien voló sobre el nido del cuco" pero sobre todo en "Revenge", con una tímida guitarra que hacía de contrapunto a una historia muy violenta.
Quincy Jones participó en "El color púrpura", creo que la única vez que Spielberg prescindió de Williams (creo) :P
T-Bone Burnett firmó hace nada la bso de "En la cuerda floja", aunque en realidad me fijé más en las canciones magníficamente interpretadas por Joaquin Phoenix y Reese Witherspoon.
De Craig Armstrong acabo de descubrir una buena banda sonora, en su línea, pero muy interesante. Es de la película "Best laid plans", que no sé si llegó a estrenar aquí, porque no me suena de nada.
Y de Bernardo Bonezzi hay una interesante entrevista en el libro de Roberto Cueto "El lenguaje invisible".
Saludos y enhorabuena por el post.
Queda dicho. Gracias a ti por aportar más información a las notas que yo antes he escrito. Con ello todos salimos ganando.
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