jueves, marzo 30, 2006

VOLUME TWO 14: BETH ORTON

Una vez, hace varios años, escuché una canción en la radio que no me pude quitar de la cabeza en días. Recordaba sus compases, su estribillo, la voz lastimera de la mujer que cantaba, la transparencia de su guitarra acústica y el murmullo quejumbroso de la eléctrica, y la sensación que me transmitía el comienzo del tema, como cuando arrancas el motor del coche para alejarte varios días de tu hogar para perderte; pero me había olvidado del título y del nombre de la chica, sólo recordaba una ‘o’ inicial en el apellido. Meses después volví a ‘cazar’ la misma canción en la radio y ya no se me olvidó. Escuché el disco antes de comprarlo y el conjunto no me gustó tanto como el tema inicial, así que me guardé el dinero en el bolsillo o lo invertí en otro disco. Pero unos años más tarde, en una fase de exploración de la música de muchas solistas variadas, conocidas unas, desconocidas las más, y gracias a la generosidad del maestro José Luis, volvió a caer en mis manos aquel disco. Mi valoración cambió. Aquel me parece el mejor disco de Beth Orton, se titula Central Reservation, y Stolen Car, su tema de despegue, su canción más admirable, la mejor de su carrera.

En diez años tiene esta solista británica cuatro álbumes, el más reciente aún caliente en las estanterías de las tiendas, Comfort of Strangers (2006). Son curiosas las inquietudes de Beth Orton: su primer proyecto musical fue un dúo con el productor William Orbit, un tipo más allegado a la música electrónica y al baile, a las mezclas sobre todo; también la chica ha intervenido en trabajos de los agitables, pegadizos pero machacantes Chemical Brothers; pero bajo la manta electrónica que cubre algunas de sus primeras canciones, así como los elaborados mixes de temas más reconocibles, descansan sustancias que acercan o sitúan su música en el terreno de los autores de pop folk. Así, Nick Drake y Joni Mitchell podrían ser la inspiración creativa de Beth Orton y Aimee Mann, Mazzy Star o Tindersticks serían contemporáneas de estilo.

Trailer Park (1996) la dio a conocer. Es un debut algo espeso, al que los arreglos electrónicos, samplers y ritmo bailables no le hacen favor. Fue muy bien acogido por la crítica y alguna pieza esencialmente pop luce entre un contenido cansino que parece sostenerse como quien lo hace tras ingerir una pastilla estimulante en un garito sospechoso y se mantiene minutos flotando. Central Reservation mejoró su progresión, quizá en parte por el efecto de los acompañantes de estudio, Dr. John, Ben Harper y Terry Callier incluidos. Además del inicial y soberbio tema, Stolen car, el álbum contiene armonías sosegadas como la de Stars all seem to weep, algunas intrigantes, y un conmovedor dueto con el gran Callier, Pass in time. Este segundo disco hizo ganar a Beth Orton premios a uno y otro lado del Atlántico y le ayudó a establecer provechosos contactos para futuras creaciones. Así, Daybreaker (2002) completó la primera trilogía de su obra con la intervención de músicos como Emmylou Harris, Johnny Marr, Ryan Adams y el mítico Jim Keltner en la batería. El tercer disco prosigue los caminos emprendidos en su anterior trabajo, aunque las vías de tránsito electrónico quedan más cerradas y el resultado es más contenido, un producto de pop-rock con brisas folk y melancolía en la interpretación. Es la voz quebrada de Beth Orton, palabras y quejidos débiles que tienen miedo a romperse, su huella imborrable, una señal que la identifica y que empezaba a echarse en falta.

Comfort of Strangers tiene menos presencia estelar en su reparto. Produce Jim O’Rourke, hombre ligado a sonoridades más agresivas como las de Wilco y sobre todo Sonic Youth. Su efecto, junto a las composiciones todavía tranquilas de Beth Orton, da como resultado un disco sin florituras, bello, de canciones cortas y líricas, contenidos y cuidados pianos, voces para descansar... en la carretera a muchas millas de casa.

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