Cada año hay una o dos novedades con las que me entusiasmo intensamente, discos en los que me baño varios días seguidos para que el salitre que desprenden no se me vaya de la piel. De mar (el golfo, los surfistas en el crepúsculo, el océano salvador, ese parque de atracciones en un 'pier' de la foto de portada) tiene bastante The sea drift (Jealous Butcher, 2022), el tercer álbum de una banda tan exquisita como The Delines. Sí, uno de esos discos prodigiosos que refuerzan tu fe en la música cuando sientes que se debilitan tus creencias.
En esos días de escuchas en serie es inevitable enamorarte de la voz tranquila y sedosa de Amy Boone, que se deshace en caricias al servicio en este disco de canciones que se cubren de tristeza y propagan melancolía, temas que descansan en la virtud tan difícil de la sencillez y parecen ancladas en un tiempo ilusorio, indefinido. Amy y The Delines suenan como el fondo musical de existencias solitarias, de vidas desorientadas, impregnados de la suavidad expresiva de una trompeta que embellece irresistiblemente las canciones. Little Earl, Drowing in plain sight, Hold me slow, Past the shadows... es difícil resaltar una joya por encima de otras.
Nota: 9/10
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