Estas canciones valen una fortuna. Creo que cualquiera de las canciones creadas hace muchos años por Carole King, tanto las surgidas de los despachos de Brill Building para cientos de intérpretes como aquellas que ella misma cantó en sus discos, tienen el valor sagrado del placer inmaterial. No importa el modo en que se transformen, cualquier estilo las haría elogiosas, no perderían ese encanto íntimo con que fueron compuestas. Pongamos esta por ejemplo, que la propia Carole desnuda en la elegancia lisa de su piano. Siento que la Tierra se mueve.
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