miércoles, julio 21, 2021

LIVE IN 262: EL REINADO DE LAS SOMBRAS DE BOB DYLAN


En este mundo digital, a golpe de iconos, dedos alzados y corazones, en la tiranía de las plataformas audiovisuales y las redes que exprimen vidas online, Bob Dylan emerge del silencio entre las sombras de lo añejo, lo primitivo, entre el humo de la pureza inmediata. Más de un año y medio después de su último concierto... (como debe ser un concierto, unos junto a otros y sin barreras que nos impidan gritar las canciones ni abrazarnos)... ha grabado casi una hora de hechizante música en Shadow Kingdom a través de un fascinante túnel del tiempo por el que flotan canciones de ensueño. ¿Qué broma es esta, viejo?

Dylan y su inédita banda (¿pero donde están Tony, Charlie y los demás?) enmascarada, sin percusión, se instalan en humeantes clubes de aire clandestino, fotografiados en vaporoso blanco y negro, con mujeres sensuales calladas, perdedores a vueltas de todo, granujas en el filo que huyen de la justicia. Parece que estamos en los años 20 esquivando la ley seca, en un sótano en mitad de ninguna parte, y la banda ofrece compañía con su música a unas vidas en busca de algo a lo que agarrarse. Las canciones son la nicotina, el alcohol, la droga que se deshace en círculos de humo y sombras cambiantes.

La música quedó en el estudio y la banda la interpreta en esos reducidos escenarios donde solo los músicos menos el cantante llevan máscara, qué importa que no encaje el sonido con los dedos que rasgan unas cuerdas. Viejas canciones casi todas, revividas en nuevos trajes del sastre que siempre cambia las hechuras. Desháganse, desintégrense en ellas, en Tombstone blues, Queen Jane Aproximately, Forever Young, What was it you wanted, Pledging my time. ¿Es esta la antesala del cielo, del infierno?

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