¿Merece cada disco que llega a su 25 aniversario una reedición con contenidos extra? Alguien ha pensado que Tiny music..., la tercera obra de Stone Temple Pilots, es merecedora de resurrección discográfica, sino para ensalzarla al menos para brindarle un estimable recuerdo. Si hablamos de memoria, el caso es que yo sitúo este álbum, subtitulado "canciones de la tienda de regalos del Vaticano", en mis años de universidad, cuando la fiebre grunge me daba unas cuantas sacudidas. Entonces pensaba, y nada me ha hecho cambiar de opinión, que este grupo, que no surgía de Seattle sino de Los Angeles, siempre se quedaría en un discreto segundo plano. Core era un contundente golpe de salida, Purple alcanzaba lo más parecido a un estado de gracia. Tiny music... bajaba a la tierra sin perder grasa. Y en adelante, con Scott Weiland en circulación y luego en la dimensión de los ausentes, todo en Stone Temple Pilots resultó ser prescindible.
Este tercer álbum, de nuevo con Brendan O'Brien descabalgándose de Pearl Jam para enrolarse con la banda angelina, demostraba que era posible desmarcarse del grunge sin dejar de estar desaseado. Tras un climático despegue de minuto y medio, la arruga guitarrera permitía dar entrada a travesías psicodélicas (Adhesive) y chispazos de pop (Art school girl). STP cuidaba bien su partitura, pero si propulsarse hacia lo diferente ni sacar ventaja. Hoy Tiny music... es un disco curioso y aceptable, no creo que merecedor de ediciones especiales.