Las canciones surgen de la nada hasta adoptar sus líneas definitivas. Una vez la idea en mente, la letra delante y las manos en la masa, voces y sonidos flotan para unirse y separarse, se entremezclan en ondulaciones vibrantes que caen hasta el reposo o se elevan hacia la excitación nerviosa. Todo es éxtasis: el susurro y el grito. La suavidad de la música de Iron and Wine pone la piel de llanina. Sus canciones merecen cruzar todas las fronteras, en su voz o en la de otros. Cinder and smoke, por ejemplo.
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1 comentario:
Gracias maestro. Una canción preciosa y una reinterpretación atrapadora
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