No todo va a ser jabón en cada entrada. Llevamos un año muy limpio, reluciente, y ahora en el ecuador nos desviamos en un desliz y retrocedemos más de cuatro décadas para tratar de asimilar por qué este disco llegó una vez a ser grabado. La historia de la música popular guarda episodios impensables, extravagancias que causan tanto asombro como sonrojo, como un trozo de carne dura que se atasca en la garganta. Es que se dio la casualidad de que Gregg Allman y Cher fueron pareja más de tres años, y de aquel matrimonio nació un hijo y un disco bajo el nombre Allman and Woman (él primero, no iba a ser menos, aunque habría que analizar quién era entonces más popular). El experimento, Two the hard way, se grabó en 1977, con músicos de bagaje y un par de temas buenos dignos de ser versionados (Smokey Robinson y Jackson Browne eran sus letristas), pero el álbum, sin ser infame, se desinfla como un globo mal soplado, ahogado en una marea de pop y rhythm and blues que no conduce a ninguna parte. Cher es una de las peores cantantes que te puedes encontrar y su entonces marido se descabalgó una temporada de su propia banda para sucumbir a esta insulsa frivolidad. ¿Hicieron alguna vez buena pareja? Cuesta creerlo, aunque la imagen de su disco nos llevase a un momento antes de la cópula.
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