Una conexión intensa, muy cercana, con la que la música parece surgir por sí sola, solo con miradas y voces que se llaman y se entrelazan para volar hasta separarse, se desprende de este disco. Ocurre con los de Ollabelle, el grupo del que formó parte Amy Helm, también con su trabajo anterior, Didn't it rain (2015). En This too shall light (Yep Roc, 2018) es más fuerte la espontaneidad que envuelve la grabación del disco, los vínculos que atan la excelencia intrumental (Jay Bellerose, Jennifer Condos, Tyler Chester, Doyle Bramhall II) y las armonías vocales (Allison Russell, JT Nero, Adam Minkoff y el vigor emocionante de Amy). La experiencia es por momentos mística, en una clave góspel que hace crecer y enriquecer las canciones.
Vale, Amy escogió al músico y autor ideal para que produjese su segundo álbum, a Joe Henry. Diez versiones (con lejano tema de su padre Levon en el tránsito de The Hawks a The Band) que le pidió que no ensayara antes de grabar, que dejase que fluyeran por entre los dedos, las voces y las almas de los músicos de la sala, todos juntos en los United Recording de Hollywood, muy lejos de los bosques de Woodstock que inspiran a Amy. El resultado, con una cara A perfecta que corona una conmovedora cover de Mandolin wind, es música hermosa y reconciliadora.
Nota: 8,5/10
viernes, septiembre 28, 2018
jueves, septiembre 27, 2018
VOLUME TWO 91: OLD ROD
Los discos de Rod Stewart dejan de gustarme a partir de 1977, después de A night on the town. Entonces yo tenía cuatro años, aunque, lógicamente, hubieron de pasar muchos más hasta que escuchase los espléndidos seis álbumes anteriores, el magnífico legado con Faces, su etapa con el grupo de Jeff Beck y, también, gran parte de su mediocre obra posterior hasta el día de hoy. Duele admitirlo de un intérprete excelente atrapado en una larga, muy larga espiral de acomodado pop de la que parece incapaz de escapar. Seguramente no lo quiera, y eso lo convierte hoy en alguien que ya no es digno de confianza. Pese a ello, y porque Rod me sigue cayendo bien y porque guardo como un tesoro sus primeros discos y todo Faces, vuelvo a él cuando está de vuelta.
Desde 2013 ha grabado tres nuevos álbumes, una vez dejada atrás sus aburridas sesiones de standards americanos, en las que en mi opinión no da la talla como animador de casinos y salas de fiesta. Ni Time (2013) ni Another country (2015) ni Blood red roses (2018) son buenos discos. Nada queda para el recuerdo, aunque en el momento digas que un par (como mucho) de canciones en cada uno dan la talla y, bien cerrados los ojos, aún ves al gamberro Rod en sus años de farra. El resto es pop blando y de sonido plastificado, música simple torpemente agitada con espacio para revisiones de melodías tradicionales mal desenterradas y vestigios desconchados del rock, el blues y el soul que una vez, hace mucho tiempo, hicieron grande a Rod Stewart. No puedo evitar pensar en que podría parecerse a aquel que fue si en manos de un T Bone Burnett o un Ethan Johns, y a semejanza de un Tom Jones, se dejase recuperar.
Desde 2013 ha grabado tres nuevos álbumes, una vez dejada atrás sus aburridas sesiones de standards americanos, en las que en mi opinión no da la talla como animador de casinos y salas de fiesta. Ni Time (2013) ni Another country (2015) ni Blood red roses (2018) son buenos discos. Nada queda para el recuerdo, aunque en el momento digas que un par (como mucho) de canciones en cada uno dan la talla y, bien cerrados los ojos, aún ves al gamberro Rod en sus años de farra. El resto es pop blando y de sonido plastificado, música simple torpemente agitada con espacio para revisiones de melodías tradicionales mal desenterradas y vestigios desconchados del rock, el blues y el soul que una vez, hace mucho tiempo, hicieron grande a Rod Stewart. No puedo evitar pensar en que podría parecerse a aquel que fue si en manos de un T Bone Burnett o un Ethan Johns, y a semejanza de un Tom Jones, se dejase recuperar.
lunes, septiembre 24, 2018
GREATEST HITS 213: NOMAD (BLACK DUB)
Produce un placer pleno reafirmarse en los placeres lejanos cuando se recuperan, olvidados en alguna medida. Hace siete años descubrí esta ocasional asociación, un proyecto corto en la carrera larga del músico y productor Daniel Lanois: Black Dub. Lanois en los crujidos y goteos metálicos de la guitarra; Brian Blade en la versátil distinción de la batería; Daryl Johnson en la finura penetrante del bajo; Trixie Whitley floreciendo y explosionando. Solo grabaron un disco, cargado de dinamita exuberante. Como Nomad.
sábado, septiembre 22, 2018
VOLUME ONE 481: OUT OF THE BLUES (BOZ SCAGGS)
En seis años Boz Scaggs ha completado su particular trilogía, una serie de tres álbumes de versiones (nada de temas machacados hasta el hartazgo, nada de piezas previsibles de maestros de referencia) empapadas de estiloso blues eléctrico, blues blanco a precio de diamante. Scaggs, como John Mayall, por ejemplo, es un señor de los de fiar en el género, un distinguido labrador del blues provisto de excelente maquinaria. Y en estos últimos tres trabajos Scaggs ha dispuesto de fabulosas herramientas. Había espléndidos músicos en Memphis (2013), también en A fool to care (2015) (el único de esta trilogía que no he escuchado), y desde luego en Out of the blues (Concorde, 2018), un cálido y estimulante paseo por la excelencia musical con peones tan sobrados como los guitarristas Doyle Bramhall II y Charlie Sexton, con sus mástiles cruzados reunidos tiempo después de sus Arc Angels. De la selección sobresale una vaporosa versión de On the beach, de Neil Young, con la que a uno le entran las ganas de perderse en el océano.
Nota: 7,5/10
Nota: 7,5/10
martes, septiembre 18, 2018
"LA MÚSICA ES UN RÍO Y UN TREN..."
"La música es un río y un tren que avanza con cadencias de blues, un tornado feliz que lo arrebata a uno del suelo, y cada golpe de tambor, cada frase del órgano o del saxo actúan sobre el organismo como esas descargas hormonales que provocan la dicha o el deseo, como un trago bien medido de alcohol que enaltece la sensación del presente y las efusiones secretas de la memoria".
Ventanas de Manhattan
(Antonio Muñoz Molina)
El caminante y el viajero, el observador apegado a los detalles y esclavo de las palabras, celebra de éxtasis escritos como aquellos de Antonio Muñoz Molina guardados en su cuaderno y en su mochila, creados sobre papel blanco con rotulador de punta fina y trasladados al libro que reproduce las visiones, sensaciones, dudas, preguntas, extrañezas, asombros y emociones con que se cruza a cada paso. Ventanas de Manhattan contiene paseos por las calles heladas, estancias en el banco de un parque, visitas a museos increíbles e inverosímiles, recuerdos de un recién llegado, ventanas grandes desde las que imaginar vidas y observar el mundo indescifrable de las gentes, conciertos en salas y locales... Como este blog se detiene sobre todo en la música, he aquí una de tantas frases que merecen recordarse de este sensacional libro, plasmada por el autor al asistir a un concierto de jazz en un garito de Harlem.
Ventanas de Manhattan
(Antonio Muñoz Molina)
El caminante y el viajero, el observador apegado a los detalles y esclavo de las palabras, celebra de éxtasis escritos como aquellos de Antonio Muñoz Molina guardados en su cuaderno y en su mochila, creados sobre papel blanco con rotulador de punta fina y trasladados al libro que reproduce las visiones, sensaciones, dudas, preguntas, extrañezas, asombros y emociones con que se cruza a cada paso. Ventanas de Manhattan contiene paseos por las calles heladas, estancias en el banco de un parque, visitas a museos increíbles e inverosímiles, recuerdos de un recién llegado, ventanas grandes desde las que imaginar vidas y observar el mundo indescifrable de las gentes, conciertos en salas y locales... Como este blog se detiene sobre todo en la música, he aquí una de tantas frases que merecen recordarse de este sensacional libro, plasmada por el autor al asistir a un concierto de jazz en un garito de Harlem.
lunes, septiembre 17, 2018
BONUS TRACK 196: BRAINWASHED (GEORGE HARRISON)
George ya no estaba cuando escuchamos la última música que nos dejó. Es difícil saber si Brainwashed (2002) fue el resultado que él hubiera deseado. Es probable que sí, o que se parezca bastante a lo que concibió como su despedida. Llevaba años enfermo, con tratamientos y operaciones, debilitado para componer y grabar en condiciones. Cuando el cuerpo le daba una tregua se juntaba a cantar y grabar con Jeff Lynne y Jim Keltner. Quedó material guardado, música que precisaba arreglos para parecer viva. Un año entero les llevó a Jeff y a Dhani Harrison pulir el aliento cansado de George, dar color, cuerpo y grosor a doce canciones que vieron la luz doce meses después de su fallecimiento. El disco, quince años después de su anterior, Cloud nine, también con Lynne en la producción, es un estimable capítulo final: George Harrison en una colina arenosa de la India saludándonos con una sonrisa melancólica, dichoso por lo que ha sido y nos ha otorgado.
viernes, septiembre 14, 2018
GREATEST HITS 212: DIXIE DOWN BY GLEN, LISA & JOHN
Las canciones gigantes merecen versiones enormes. No pertenecen a ningún lugar ni tiempo. Están con nosotros siempre. The night they drove old Dixie Down.
martes, septiembre 11, 2018
LIVE IN 223: LISTENIN' MILES
El jazz me transporta a momentos y escenarios irreales, a atmósferas remotas o inabarcables (hielo que se derrite en bourbon, sótanos ahogados en humo, vidas castigadas por el vicio y la adicción y relaciones tormentosas). Unos autores y corrientes me invitan a ese crudo viaje más que otros, con su atracción por las intrigas propias de la música que tejen, se ponen encima, encojen y estiran y los riesgos al límite que evoca el clima que la rodea. Miles Davis es de los que me convierten en viajero sobre ese filo resbaladizo en el que se balancea el jazz. En varias de sus etapas, además, con traje de seda o en el fragor de la extravagancia.
Su primer quinteto es responsable de una serie sus maravillosos discos con el gerundio por título grabados en la casa Prestige: Walkin', Cookin', Workin', Relaxin' y Steamin' con John Coltrane en el saxo tenor, Red Garland en el piano, Paul Chambers al contrabajo y Philly Joe Jones en la batería. En una nueva desconexión en los terrenos tan sugerentes del jazz, redescubro agradecido el consolador efecto de la música limpia y liberadora de Miles en Workin' with The Miles Davis Quintet (1956), tercer álbum de la serie, grabado en dos sesiones en distintos meses en el estudio de Rudy van Gelder.
Su primer quinteto es responsable de una serie sus maravillosos discos con el gerundio por título grabados en la casa Prestige: Walkin', Cookin', Workin', Relaxin' y Steamin' con John Coltrane en el saxo tenor, Red Garland en el piano, Paul Chambers al contrabajo y Philly Joe Jones en la batería. En una nueva desconexión en los terrenos tan sugerentes del jazz, redescubro agradecido el consolador efecto de la música limpia y liberadora de Miles en Workin' with The Miles Davis Quintet (1956), tercer álbum de la serie, grabado en dos sesiones en distintos meses en el estudio de Rudy van Gelder.
viernes, septiembre 07, 2018
VOLUME ONE 480: GOOD DAY (JONATHAN JEREMIAH)
Otro autor contemporáneo al que reivindicar. Una afinidad consolidada. En su prueba crucial del tercer disco, algunos músicos no se ven capaces o lúcidos como para situarse a la altura de sus obras precedentes, debuts prometedores y continuaciones más satisfactorias. El riesgo ciego que se traduce en desorientación. Jonathan Jeremiah llega seguro de sí mismo, muy resuelto, a su tercer trabajo, Good day (PIAS, 2018), con el que reafirma el poderoso salto que dio en 2015 con el magnífico Oh desire y su habilidad para componer depuradas canciones de aroma clásico sin caer en maniobras forzadas. Como en el álbum anterior, el autor se sumerge en lagunas de pop y folk bañados en soul que desprenden reconfortante calidez. A ello ayuda una solidez rítmica tirando al funk y un deslizante coro de voces femeninas que envuelve las canciones en gasa y las apodera de una extraña sensualidad. La voz de barítono de Jeremiah refuerza una apuesta que por momentos remite a la triunfal segunda entrega de Michael Kiwanuka. Solo la escasa duración de un par de cortes que reclamaban más tiempo deja la sensación de que el disco podría haber estado todavía mejor.
Nota: 8,5/10
Nota: 8,5/10
lunes, septiembre 03, 2018
VOLUME ONE 479: MY NEW MOON (AMOS LEE)
El bueno de Amos Lee encaja en esa categoría fiable de músicos incapaces de resbalar con trabajos desafortunados. Prestigio da la virtud, y aprecio duradero. Amos, además, ese tipo que, aunque lo sepas de sobra, aún te preguntas al escucharlo cantar si es blanco o negro, demuestra en la carrera que traza una extraordinaria facilidad para cambiar de registros con sutilidad, más bien acomodado en torno al soul y al R&B pero sin temer a que el rock o el folk desvirtuen su atrevimiento. Lo hace al natural, sin grandes riesgos, con una elegancia que sabe lucir en directo y plasmar con seguridad en sus discos. Y con My new moon (Dualtone Music, 2018) se reafirma. Su séptimo álbum exhibe una variada clase de registros instrumentales y osadías sonoras conjugadas con pericia en canciones que apuestan por la travesura o se recogen en la reflexión, desde la alegría contagiosa que desprenden No more darkness, no more light o Little light a la intensa emoción que sale de I get weak o Don't fade away. Otro hurra por Amos Lee.
Nota: 7,5/10
Nota: 7,5/10
domingo, septiembre 02, 2018
ENTRE LAS OLAS, BAJO LOS ÁRBOLES
Regreso a la playa donde leímos juntos una tarde y yo hice una fotografía de tus zapatillas sobre la arena, una pisando a la otra para impedirle el paso. Hoy volvimos a leer sobre la misma arena un largo rato callados. Las olas bañaron nuestros pies más tarde, nuestros pasos removiendo el agua en el camino que une los extremos, sin frío ni calor en la piel que atrae a la arena. Unas horas lejos de todo, de lo que nos bendice los días y de lo que a veces nos los pone cuesta arriba. Antes de salir a flote.
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