Ringo y los
suyos cumplían delante en modo automático y nosotros nos enredábamos en cruces
musicales. En uno de ellos, con el repaso de años e imágenes de portadas, nos lanzamos
a proclamar el mejor disco de un ‘beatle’ fuera de la banda. Fui categórico al
decir que en mi opinión era All things must pass (1970) de George Harrison. Mi
acompañante lo pensó más y al final no se pronunció. Después yo lo pensé mejor
y dudé entre la obra maestra de Harrison y otro álbum también fantástico, Band
on the run (1973), grabado por Paul McCartney en su etapa con Wings. Su
grabación, en Nigeria, y la propia gestión del disco dan para un documental,
con precarios medios técnicos, enfado de artistas locales y McCartney con
problemas de salud. Wings se quedaron en formación de trío para este disco,
pero ninguna vicisitud impidió virtudes en su ejecución. La obra contiene
algunas de las mejores canciones compuestas por Paul en toda su carrera, como la
que da título al álbum, Jet, Mrs. Vandebilt, Let me roll it o Nineteen hundred
and eighty five, y hoy se mantiene inmune al óxido.
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