Ahora
me pregunto qué hace esta mujer, si planea algún vuelo musical más
por el camino de lo inesperado o goza de un retiro de ausencia y
anonimato. Ah, nos preguntamos esto a menudo de unos pocos músicos
que nos gustan sin tener la misma intriga por seres queridos más
cercanos. Dos minutos son a veces suficientes y otras veces tan
escasos. Así como está, el célebre New York de Sinatra en versión
Cat Power concluye tan pronto pero transcurre y culmina tan bien que
cunde sin clamar por uno o dos minutos más. Ella se lanza a por la
canción como una pantera prudente, gira a su alrededor como si fuera
una presa, la acaricia y abriga y luego lanza sus fauces para
devorarla.
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