lunes, noviembre 19, 2012

LIVE IN 137: VIAJES POR EL PENTAGRAMA

Como me ocurre cada cierto tiempo con el cine, que me desanima hasta distanciarme de sus rayos mágicos, la música también me desplaza, su resplandor se desvanece por una temporada hasta que no vuelve a iluminar el entorno otra vez. He amagado con divorciarme de ese cine caprichoso y traicionero al que siempre acabo volviendo, aunque es cierto que con una fidelidad que carece de la pasión de entonces. Desde que tengo la costumbre de llevarme cada día un poco de música diferente a los oídos (un sano vicio del que cuesta desprenderse), los encantos de su espíritu también se difuminan. Riesgos de un oyente devorador.


Aunque sin el ahínco de hace un tiempo, me entrego a viajar por estilos que ya no se prodigan, exploro terrenos novedosos que en su fondo ocultan arrugas, descubro nuevas voces de autoras más bien mediocres que se confunden unas con otras, advierto destellos equívocos de autores que beben todos de las mismas fuentes y no sacian la sed. Acudo también a mis lecciones más recurrentes, recetas infalibles que el tiempo y otras costumbres hacen envejecer. Llega un momento, creo, en el que no puedes vivir con tanta música, pero tampoco sin ella. Entonces agrada más la melena y el cuerpo agitados en los contornos de una canción que Eddie grita desde hace más de veinte años que cualquier nueva aventura con los auriculares puestos… O será que acaba este domingo y nos acercamos a grandes pasos al final de otro año.

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