Esto, en
cambio, no es nuevo pero no suena viejo. Música de hace cinco años ya parece agrietada,
mientras que discos de hace casi veinte no pierden ni la fuerza ni el frescor
de su nacimiento. También es cierto que ya no escuchamos música como cuando éramos
más jóvenes y teníamos más tiempo, con la atención y la desconexión que merecen
los placeres. Hoy me ha apetecido rescatar Amorica (1994), una de las joyas de
los ‘cuervos’. Hoy, con Wiser time, A conspiracy, Ballad in urgency o Nonfiction,
me ha parecido que era ayer. Este rock erguido, contundente y pasional no se
estropea, no envejece, no muere.
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