El bueno de Matt (bueno, buenísimo)
se trae un disco bonito este año (bonito, precioso). Su música es refrescante y
suave, un bálsamo en tiempos de angustia y ruido. Rozan sus dedos sobre esas
cuerdas finas de sus Gibson, planea su voz delicada cubriendo el eco de canciones
armadas con severo cuidado. Una parte de A wasteland companion (Bella Union,
2012) apuesta por la alegría, con Zooey decorando las letras; otra parte reposa
en atmósferas blancas y se vuelve melancólica. M Ward es un talento sobrado con
todo su ingenio aún por expandirse. Un regalo para enmarcar.
Nota: 8/10
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