Cuando un día es Bettye Lavette, al otro es Mavis Staples. Un año le toca a Marianne Faithfull y al siguiente (o en el mismo) a Emmylou Harris. Todas ya han dejado atrás la madurez y ahora, consagradas a una experiencia que las conduce con garbo a la vejez se descubren brillantes y adorables, titánicas de la escena y maravillosas intérpretes todavía incansables y con mucho que decir, mucho que aleccionar. A Emmylou le guardo gran apego, cariño, y eso que una parte de su obra country es prescindible. Pero es que desde Wrecking ball (1995) todo lo que se propone lo borda. Spyboy (1998) primero, Red dirt girl (2000) después, y luego llegaron Stumble into grace (2003), All the roadrunning (2006) con Mark Knopfler y All I intended to be (2008) de nuevo sola. Y ahora presenta Hard bargain (Nonesuch, 2011), lo último, otra delicia.
Los halagos son evidentes o se quedan cortos. Su simpleza tan preciosista es ejemplar. Le acompaña esa voz que sigue flotando sobre las nubes y ese cantar celestial y bondadoso que desprende su timbre. Y la música de guitarras tan detallistas parece que esté producida de nuevo por Daniel Lanois, aunque no lo está, sino por Jay Joyce, que lo toca casi todo en la hoja de créditos, como Giles Reaves. Ella al frente sigue demostrando que es una de las más grandes. Ese arranque, The road; ese final, Cross yourself; y unas cuantas joyas (
Nota: 8/10
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