El plato fuerte, la principal atracción del festival fueron unos colosales Black Crowes, convertidos en alguna fase de su actuación en una especie mixta de formación a la que podríamos frívolamente bautizar como Allman Crowes, entretenida con sus largos y evocadores desarrollos. Los hermanos Robinson y su banda nos brindaron una lección magistral de profesionalidad y actitud. Fuimos partícipes de las tablas de unos músicos que no necesitan sintonizar con un público entusiasmado más que con la eficacia perfecta de su tradición musical y el carisma sencillo de su líder, un Chris Robinson alegre y danzante que supo saludarnos desde arriba como más nos agrada: “Hello, Rock and Roll people”. Distantes pero iluminados estuvieron sus guitarristas, Rich Robinson y Luther Dickinson, enfrascados en amigables duelos de blues rock. Por la sangre de los cuervos circulan los genes que definen a las grandes bandas de la historia del rock y los Black Crowes son una de ellas.
Y como culmen, el repertorio fue fantástico. Temíamos que, como en su nuevo álbum en directo, desgranarían el disco Warpaint y le añadirían unos pocos cortes más. Pero se adaptaron a las condiciones de un macrofestival y regalaron a una audiencia española a la que hacía una década que no visitaban con las notas de sus mejores temas: Sting me para empezar, Twice as hard para continuar, Soul singing, Wiser time, Thorn in my pride, Hard to handle, Remedy… y tres piezas del estupendo Warpaint. Inolvidable.
3 comentarios:
Envidia me das, menudo set list. Los Cuervos son una de mis asignaturas pendientes. Un saúdo.
Espero que algún días los veas, donde sea. Y que ellos estén en tan buena forma como lo estuvieron en Vitoria. Qúe lujo.
Nunca he visto a los Crowes y ya me jode, ya...
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