Mis oídos y otros sentidos se tropiezan o se mantienen firmes ante ciertos desvíos como los de David Bowie (Low sí, Earthling no), Neil Young (Everybody’ rockin’ sí, Trans no) o Rod Stewart (Body wishes sí, sus entregas del cancionero standard americano no). Otras patochadas de Costello y Reed provocan un rechazo atroz. Por no hablar de la pueril costumbre de dedicarse a cantar villancicos navideños adaptados más o menos a un estilo propio pasados por el filtro de la pulcritud. Y Preliminaires, lo último de Iggy (y verdadera razón de esta rápida reflexión), supone un decepcionante desconcierto.
A uno de los reyes del punk rock le apetece ahora disfrazarse de crooner, arrimar su música al jazz y a la canción francesa, adaptar algún clásico además, aparte de recurrir a la reinterpretación de temas de bossa nova, darle incluso algún aire de pop nocturno sofisticado. Admite que se ha inspirado en la obra del escritor francés Michel Houllebecq y se ha guardado en el baúl todo su repertorio de muecas y contorneos, gritos y retortijones. Preliminaires es un disco tan insulso como inapropiado, una rareza en el fondo insignificante. No hay quien se lo crea. Me parece que no se cree ni Iggy mismo.
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