jueves, febrero 28, 2008

VOLUME ONE 120: SLEEP THROUGH THE STATIC (JACK JOHNSON)

El trío de novedades discográficas lo completa Jack Johnson con su cuarto álbum (descartadas dos bandas sonoras), Sleep through the static (Brushfire, 2008). Si Nick Cave avanza y va mutando ligeramente su abrasador discurso, el que fuera campeón de surf descarta las variaciones, aunque la fidelidad a su universo acústico y a sus veraniegas atmósferas no le impide seguir componiendo música para el goce tranquilo. Nick prende fuego y Jack echa agua. Debemos reconocer que según sea la simpatía que tengamos por un músico más o menos nos molestará que en sus trabajos repita esquemas e incluso lleguemos a confundir las canciones de un disco con las de otro. Puede ocurrir esto con Jack Johnson, de quien podrías incluir temas de su anterior obra, In between dreams (2005), en la última y de ésta en aquella sin que se notasen cambios bruscos. En este caso, en mi caso, no hay lugar para las exigencias.

Algo de familiar, algo de bondad, desprenden las suaves canciones de Sleep… un disco grabado cien por cien con energía solar. Las finas armonías de sus acústicas y la simpleza de su engranaje sonoro dulcifican la hora escasa con que Johnson acaricia las palabras. Sólo el conjunto, algo monótono hacia el final, provoca esa sensación de querer pedirle un poquito más al californiano, aunque nos contentemos igualmente con sus frescas melodías, los paseos sobre la arena, las chicas de la playa y el abrigo de las olas.

Nota: 7/10

martes, febrero 26, 2008

VOLUME ONE 119: DETOURS (SHERYL CROW)

Hubo un tiempo en que Sheryl Crow me interesaba. Si ahora acabo de escuchar su último disco, el sexto de estudio desde 1993, es porque me he dejado llevar por una leve añoranza, pero dudo que en adelante vuelva a recuperarla, así como tampoco a la mejor Sheryl Crow, la de sus comienzos, la de los tres estupendos primeros álbumes, aquella que a dos metros de mí, sobre un pequeño escenario en Madrid hace trece años, me pareció una solista de carácter ejemplar. Ha pasado tiempo para una y para otro (muchos éxitos para ella) y después de Sheryl han llovido cientos de vocalistas y autoras del mismo corte, la mayoría con poco nuevo y memorable que contar. Detours (A&M, 2008) tampoco es para recordar.

Sólo a ratos (pocos), el disco rescata a aquella cantante rockera de Sheryl Crow (1996) y The Globe Sessions (1998), la que había aprendido de sus faenas con los Stones y sabía componer canciones de fuerza creciente, muchas de ellas muy bien empleadas en las bandas sonoras de las películas, como If it makes you happy, Everyday is a winding road o There goes the neighborhood. Pero son escasos chispazos de rock de perfecta factura (Shine over Babylon, Gasoline) entre un cansino y variado muestrario que repite las colecciones de olvidables canciones presentes en sus dos discos anteriores y que se permite incluir experimentos de pop rumbero y fusión étnica. Una pena.

Nota: 5/10

Aquí sí me gustas:

lunes, febrero 25, 2008

VOLUME ONE 118: DIG, LAZARUS, DIG!!! (NICK CAVE & THE BAD SEEDS)

A Nick Cave lo temo. No comparto la elevada estima que merece entre prensa y público adulto y sus discos, en general, me cargan como un yunque a pesar de un par de excelentes canciones en cada uno. Pero por razones que se me escapan me sorprendo a mí mismo aplaudiendo el décimo… (pierdo la cuenta entre bandas sonoras y algunas ediciones) disco de su prolífica obra, de nuevo junto a su banda, The Bad Seeds. Para empezar, podría decir, que es de admirar la versatilidad de Nick Cave y su facilidad para no repetirse. Porque ignorando sus primeros y horribles álbumes, desde el Henry’s dream de 1992 hasta ahora la transición de álbum a álbum enseña pequeños cambios y progresos en su musicalidad, incluso en el recitado dramático de la voz del autor, a veces mostrándose accesible, otras veces huyendo de la facilidad.

Dig, Lazarus, Dig!!! (Mute/Anti, 2008) es un coherente paso adelante después del embrutecido proyecto paralelo que fue el año pasado Grinderman. Por fortuna, Nick y sus malas semillas se domestican un poco sin dejar de conservar algunos feos gestos del trabajo anterior. El nuevo disco de Nick Cave guarda sorpresas en los instantes más inesperados: percusiones anómalas, guitarras chirriantes, coros forzados, breves interludios industriales u otros rizos que evitan lo previsible. Los adoradores del doble lienzo que componen Abattoir blues/The lyre of Orpheus (2004) se entusiasmarán con Hold on to yourself y Midnight man, aunque echarán de menos más atmósferas descansadas. Eso sí, cantar, ya no parece cantar Nick Cave, sino declamar como un profetizador del Apocalipsis extensas letras cubiertas de pasión.

Nota: por la mañana 7, por la noche 8.

sábado, febrero 23, 2008

GREATEST HITS 39: HURT (by JOHNNY CASH)

No hay vez que no escuche esta canción o vea las imágenes de su videoclip sin que un escalofrío emocione toda mi piel y una lágrima vacile con escaparse deslizante por mi rostro. Estaba en las últimas y poco después nos dejó, decrépito y tembloroso, aislado en el bosque y rebosante de recuerdos; ‘buen’ aspecto para un mito. Hurt nació de la mente de Trent Reznor pero para el alma y la voz de Johnny Cash en el cuarto volumen de sus American Recordings. Una canción FAVORITA, para llevarse a una isla desierta o escuchar en las últimas horas sobre la tierra.

Para quien la haya disfrutado poco o nada:

VOLUME ONE 117: CIVILIANS (JOE HENRY)

Pasó por aquí hace unos meses y le abrí mis puertas con el mayor de los gustos, el que merecen los músicos que poseen un aura imborrable de talentosa creatividad y una sutil sensibilidad. Indagué entonces sin prisas en una gran parte de los discos de Joe Henry y sólo Tiny voices (2003) me defraudó. A continuación llegó Civilians (Anti, 2007), el décimo de su producción, que pasó desapercibido el año pasado y ve la luz más tarde como una de las obras más hermosas que un solista norteamericano ha cultivado en un estudio de grabación en los últimos tiempos.

Con un cartel de lujo como compañía de sesión (Loudon Wainwright III, Greg Leisz, Bill Frisell, Patrick Warren, Jack Bellerose, Van Dyke Parks), el bueno de Joe escribe y canta finas historias a caballo entre Bob Dylan y Tom Waits, con un poco del Van Morrison más inspirado de los noventa en la instrumentación. Su música se vuelve en Civilians galante y delicada, como una caricia en la intimidad de la noche. Y su voz nada exquisita, a veces próxima a Jeff Tweedy, se comprime o estira en versos marcados hasta convertir cada tema en un vaporoso regalo para los oídos.

Nota: 9/10.

jueves, febrero 21, 2008

LIVE IN 51: LARRY EN EL FILLOA

Entre las estaciones y las modas resiste durante tres décadas en mi ciudad un pequeño local que es como un refugio con el aspecto de sótano clandestino en un estrecho callejón de gran tradición musical. Piensa en una madriguera para noctámbulos iluminada con una gama versátil de tonos marrones, con sillas y mesas de madera y un coqueto escenario sobre una tarima en una de sus esquinas, en la que la música jazz acolcha tus últimas horas del día y te narcotiza hasta que el cansancio puede con tus huesos. No soy un asiduo a este lugar, no tengo trato con sus dueños y empleados (quienes tampoco tienen fama de ser comunicativos), pero cada vez que llevo allí mis pasos, una o dos veces al mes, solo o en buena compañía, siento que cruzo una cortina que me traslada a otro espacio y otro tiempo. Me gusta reposar, oír música, hablar o pensar en el Jazz Filloa de A Coruña.

La fiebre ha remitido, aunque a veces me cojo otro catarro de jazz con cualquier nueva adquisición de Mingus o con novedosas aventuras junto a Dave Brubeck o Thad Jones. O Larry Young, a quien como Funk, Inc., descubrí hace poco en una de esas fantásticas colecciones de fusión de jazz, soul, funk y blaxploitation que sólo he podido agenciarme lejos de esta ciudad. Desconozco si el hammond flotante de Larry Young ha sonado alguna vez entre las acogedoras paredes del Jazz Filloa. Desde mi casa, yo al menos me he sentido durante 48 minutos como si la música de este disco, Into somethin’ (Blue Note, 1964), me mascase entre su lengua y el paladar y después me invitase a una copa en esa guarida del jazz.

Muchas gracias por el préstamo al Ascensorista de Cristal.

martes, febrero 19, 2008

SOUNDTRACK 57: POBRE OSCAR

Los temores se confirmaron y la presente edición de los premios Oscar de Hollywood tendrá, a juicio de quien escribe, las cinco películas más flojas de calidad (disparatadas en algún caso, se atreve a decir el firmante) de todos los quintetos de aspirantes desde que estos galardones contemplan cinco candidaturas al mejor film, desde 1944 concretamente.

Pozos de ambición (Paul Thomas Anderson) es un atípico y frío retrato de codicia y perdición con una prometedora hora larga de metraje y un socavón terrible del que ya no consigue salir, con un desmedido Daniel Day-Lewis con excesos para la galería y consciente de que va a ser nominado y probablemente premiado.

No es país para viejos (Joel y Ethan Coen) es una violenta reinvención de thriller con eco de western crepuscular manchado de incongruencias argumentales y castigado por un tedioso ritmo, donde sólo sobresale el trabajo fotográfico y un impecable Javier Bardem.

Michael Clayton (Tony Gilroy) es otro gélido perfil de la ambición corrupta en las altas esferas, donde las acciones confunden el bien y el mal y se esclavizan a los intereses empresariales. La aureola de importancia que se autoconcede la convierte en una obra algo repelente. Buen reparto y poco más.

Expiación (Joe Wright) es una vergonzosa tomadura de pelo, simplemente.

Y Juno (Jason Reitman) es la más decente de las obras seleccionadas, una amable comedia sobre un problema gordo tratado con tibieza aunque inteligencia, una película menor sin mayores propósitos que debería llevarse los premios grandes y que seguramente se tenga que conformar con el del libreto original, que no es poco.

Hago un repaso histórico y me cuesta encontrar cinco películas tan deficientes en el grupo de films que los miembros de la Academia escogen para las nominaciones. Para empezar, no me gusta que premiadas recientes como Crash (2006), Million Dollar Baby (2005) o Shakespeare in love (1999) fuesen las grandes triunfadores frente a películas superiores en sus años. Más grave fue el triunfo de Paseando a Miss Daisy en 1989 por encima de El club de los poetas muertos, Campo de sueños o Nacido el cuatro de julio. También la correcta Una mente maravillosa superó a cuatro discretas rivales en 2002: En la habitación, Gosford Park, El señor de los anillos y Moulin Rouge.

Más despropósitos: Bailando con lobos fue mejor que Uno de los nuestros en 1990; Carros de fuego que En busca del arca perdida en 1981; Gente corriente que Toro salvaje en 1980; Kramer contra Kramer que Apocalypse now en 1979; Rocky que Taxi Driver o Network en 1976; Sonrisas y lágrimas que Doctor Zhivago en 1965; Gigi que Mesas separadas en 1958; o Siguiendo mi camino que Perdición en 1944.

En fin, mucha mítica poco fiable. Por eso, un año más, va a ser más provechoso soñar con nuestras propias películas abrazado a la almohada.

sábado, febrero 16, 2008

BONUS TRACK 42: BACK TO BLACK (AMY WINEHOUSE)

Escuché este disco hace meses, cuando una o dos de sus canciones sonaban en las horas puntas de algún programa de radio o de vídeos musicales. Si me hubiera llamado la atención de forma positiva (o muy negativa) lo habría comentado, pero pasó por mi ‘discoteca’ como quien entra y sale de la consulta del médico, pálido y sin que los demás pacientes se fijen demasiado en él. La joven británica que lo interpreta (la de los tatuajes, peinados abultados y vestidos retro-horteras, dirán quienes tanto la escuchen pero les cueste quedarse con su nombre) acaba de ganar el mayor número de Grammys 2007 por un disco que salió a la venta en diciembre de 2006. Estos premios, aunque a veces hayan ido a parar a trabajos admirables, nunca han sido de mi confianza, sobre todo por la gran cantidad de absurdas subdivisiones que tienen sus categorías, lo que acaba repartiendo los trofeos para dejar a casi todos los candidatos contentos.

Aunque Back to black (Republic, 2006) no ha sido galardonado como el mejor disco del año (desproporcionado honor para el último de Herbie Hancock), le he dado otra oportunidad para ver si causaba en mí una mejorada impresión. Y no. Ahí se queda un poco descolorido el intento de Amy Winehouse por rescatar en el presente el clima callejero en el que habitaban personajes del soul como Aretha Franklin, James Brown o incluso las Supremes antes de bañarse en lujo y fama. Bien arreglado, hábil y resultón en ritmos y voces cálidas y contorsiones vocales, este álbum explota su potencial a medias, deja las intenciones que se le intuyen a mitad de recorrido, más grises que negras. Y ahora venderá mucho más, mientras otras crías británicas salen de sus desvanes de ensayo.

BONUS TRACK 41: HARVEST MOON (NEIL YOUNG)

Este fue mi primer disco de Neil Young. Lo compré lejos de casa, allá por 1992, el año en el que se publicó. Nunca había escuchado nada del autor. Después retrocedí al que fue su debut sin banda de 1969, luego salté a un directo cañero de 1991, después regresé a un acústico del 70, luego escogí otro más oxidado del 75, uno sosegado del 78… hasta completar la colección, de momento, oficial de las polifacéticas canciones de Mr. Young. Acabo de escuchar un tema de aquel Harvest Moon del 92 en una película, el que da título al álbum, y un torrente de recuerdos ha fluido por el cauce de mi memoria. No sé si es bueno o no recordar tanto en el momento más inesperado.

Me paro en Harvest moon y sus fotografías de lunas tomadas en el corazón del bosque desde el porche de la granja. Desde la calurosa Unknown legend hasta la mística Natural beauty, este disco transmite un envidiable bienestar. Respira la paz espiritual de quien opta por el retiro, la contemplación y las horas tranquilas llenas de placeres sencillos. Neil no se estancó en la cabaña del bosque y siguió saltando en su caballo loco de la calma a la tralla, de la finura a la fiereza, casi siempre sin caerse de la silla. A mí me sigue llevando en el camino.

jueves, febrero 14, 2008

LIVE IN 50: QUIÉN ME MANDARÍA…

Las ventajas de la tecnología y el progreso nos acercan a lo que nuestros sentidos no alcanzan en vivo y a lo que nuestra economía no permite cuando el deseo de consumo o conocimiento es excesivo. Unos consumen cine en sobredosis, otros consumen sexo a destajo, otros charlan e indagan por doquier en las vidas ajenas para encontrar amigos y sentirse menos solos, otros escuchan la música que no encuentran en las tiendas y al precio que nunca marcan las etiquetas… Dilemas morales al margen, ahora puedo probar aquello de lo que oía hablar, lo que leía y no me daba buena espina, temía y nunca escuchaba. Con el riesgo, probable, de tropezarme con atentados contra lo que yo concibo por música.

No entro tampoco en conceptos etimológicos y técnicos, no quiero que ningún experto me razone las excelencias (¿lógicas?) del ruido que mi oído percibe como una anarquía dolorosa. Simplemente a mí no me entra en la cabeza que los discos que he escuchado (uno ha bastado, a veces dos para corroborar el fiasco) de Pere Ubu, Hüsker Dü, Dinosaur Jr., Johnny Dowd, Pixies, John Zorn o Daniel Johnston gocen de un aprecio crítico que se escapa de mis cabales, si es que me encuentro en ellos.

Mencionar a Sonic Youth ya es una reiteración, aunque me ha divertido que lo hiciera con enojo en una escena el personaje principal de la película Juno.

Virgin Prunes, semilla de U2 a finales de los setenta y escaparate de pruebas de vanguardia de Gavin Friday, amiguísimo de Bono, hacían algo que ya ni el paso del tiempo le encuentra sentido.

Y ahora, por poner un ejemplo reciente, llaman música a lo que perpetran algunos grupos noveles asentados en Brooklyn, Dirty Projectors, por ejemplo, qué tormento.

De Zappa mejor no hablamos, aunque me quito el sombrero, eso sí, ante Hot rats y Over-nite sensation.

Quién me mandaría…

lunes, febrero 11, 2008

GREATEST HITS 38: ANYONE ELSE BUT YOU (Ellen Page y Michael Cera interpretando una version de The Moldy Peaches)

No me va este rollo. Una vez me habló de este grupo una ex compañera muy ‘indie’ pirrada por el cine de Wong Kar Wai a la que sólo le faltaban esas gafas de bordes tan gruesos para completar la modernilla estampa de lo que hoy se conoce como ‘gafapasta’. En fin, que no le hice mucho caso y de Moldy Peaches jamás volví a oír hablar hasta que una de sus integrantes compuso unas cuantas canciones para el film americano Juno (Jason Reitman, 2007). Y como me acaba de venir a la mente el desangelado panorama que presenta este año la edición de los premios Oscar, he preferido recordar la calurosa desnudez que desprende una canción de este grupo en la que hasta ahora es la película más admirable de las cuatro candidatas al premio principal que he visto (a ver si Paul Thomas Anderson no se estrella como en su anterior chiste sin gracia).

Anyone else but you, incluida en el único disco de The Moldy Peaches, acompaña el trailer de la agradable historia que es Juno con las voces de sus dos intérpretes principales y tal como suena al final de la película.

sábado, febrero 09, 2008

VOLUME ONE 116: BRIGHTER THAN CREATION’S DARK (DRIVE-BY TRUCKERS)

Como esas películas que contienen escenas fascinantes e interpretaciones prodigiosas, pero... resbala el conjunto, el ritmo presenta altibajos, descartas metraje y días después ya te has olvidado del argumento o el desenlace (aunque no de esas escenas y protagonistas). A ellas comparo Brighter than creation’s dark (New West, 2008), el octavo disco de los grandes, siguen siendo grandes, Drive-by Truckers. Son músicos de altura, rockeros americanos de cuerpo y alma, los escuderos de Bettye Lavette el año pasado en el fantástico The scene of the crime, con Spooner Oldham ahora en los teclados, uno de esos viejos guerreros a los que los artistas más jóvenes (Cat Power incluida) rejuvenecen ahora.

Cuando canta Patterson Hood se encogen las canciones, estremecidas por su voz rasgada y sus letras nostálgicas (That man I shot, The righteous path o los sutiles temas de apertura y cierre son antológicos). Si es Mike Cooley el que habla se retuerce el acento sureño y el clima se contagia de los Stones tragando cervezas o jugando al billar, aunque si alguna de sus piezas hubiera quedado en el archivo nadie la habría echado en falta. Al chulito Jason, que se ha esfumado y ahora publica en solitario, lo reemplaza la bajista Shona con un par de bonitas melodías también al micro. La steel de John Neff lloriquea que es una pasada. The dirty south (2004) sigue siendo un listón que intima con las nubes. Brighter than creation’s dark, más reposado pero largo (¿por qué no lo dejasteis en trece o catorce temas?) flota en el aire como una ensoñación.

Nota: alta.

viernes, febrero 08, 2008

VOLUME ONE 115: LETTERS FROM SINNERS AND SRANGERS (EILEN JEWELL)

Es inevitable. Meses después, en un nuevo año, llegan a ti algunos discos del año anterior a los que no prestaste atención o de los que simplemente no tenías conocimiento. Y este álbum es un caramelo, aunque no lo sugiera su nada azucarado título, Cartas de pecadores y extraños. Eilen Jewell no es en cambio un caramelo, pero no necesita serlo para que su música tenga el vicio de un dulce que se deshace en el paladar. Jovencita feucha de ojos saltones, del profundo Idaho. Qué bonito, este Letters from sinners and strangers (Signature, 2007).

Ma Rainey o Bessie Smith sacan a pasear sus espíritus en el acento con que esta rubia espigada canta tiernas serenatas casi un siglo después. Y la chica, sin vaciles y con una naturalidad aplastante, se apaña con el blues primitivo de sonido ahora depurado y el folk de antaño con armónica al cuello; le da a los terrenos country y al rock de tintes surferos. De todo un poco en este dulce disco. Sólo el tono plano con que Eilen salta de un escena a otra impide que el disco cale un poco más en nuestro oído.

Nota: 8/10

martes, febrero 05, 2008

BONUS TRACK 40: JAILBREAK (THIN LIZZY)

Me ha entrado la fiebre arqueológica y del archivo de fósiles desentierro unos cuantos discos de Thin Lizzy (¿Eran irlandeses? A U2 les gustaban cuando eran chavales). Aquellas guitarras elásticas de Scott Gorham y Brian Robertson ya no suenan así en ninguna parte. Y nadie en la tierra volverá a cantar, sensual y amenazante al mismo tiempo, como Phil Lynott. Jailbreak (Mercury, 1976) es una de las cumbres de la sensacional banda irlandesa que escuchadas siempre sobrepasan cualquier altura e inyectan de vitalidad la salud moribunda del rock and roll.

Algunas tiendas apartan los discos de Lizzy a la sección de rock duro, cuando la gran mayoría de sus canciones (las de Jailbreak desde luego) reposan sobre los musculosos cimientos de rock fino de riffs poderosos. Y no son Jaibreak o The boys are back in town las que hacen historia, sino esas desconocidas maravillas como Running back, Warriors o Romeo and the lonely girl las que edifican las obras maestras.

VOLUME ONE 114: ANGELS OF DESTRUCTION! (MARAH)

Un poco pesaditos, ¿no? Esto es lo primero que digo y siento al tragarme el nuevo disco de Marah. Serge y David son cachondos y se lo pasan pipa en público. Le meten caña a su alegría musical, al Bruce que llevan dentro, al ligoteo y cerveceo de su rock urbano, más cuidado de lo que parece. Seguro que Angels of destruction! (Yep Roc, 2008) se armó como una construcción de Tente o Lego entre jukebox y partidas de dardos, alcohol y humo a destajo con resacas para la leyenda. Pero es que ese escenario ya me suena de otras fiestas. Si éste fuera el primer o segundo disco de Marah que llegase a mis oídos me habría parecido más espontáneo y fresco, pero llevo tres detrás y un concierto de buen recuerdo a cuestas y ahora Marah ya no me dicen nada. Y no son malos, no, se esfuerzan incluso por rizar sus señas de identidad en la decoración de sus canciones. Sólo que a lo mejor es que les pido algo distinto… ¿o nos vamos a conformar siempre con lo mismo?

Nota: 6/10

domingo, febrero 03, 2008

SOUNDTRACK 56: ELLEN & SAOIRSE

No hace falta rastrear mucho para seguir encontrando rostros bonitos con actrices brillantes detrás. La belleza y el talento no tienen edad.

Ellen Page es un ideal lejano. La lolita homicida de Hard Candy (David Slade, 2005) crece hasta los casi 21 años para seguir siendo una adolescente imprevisible. Como la Juno de Juno (Jason Reitman, 2007), sensible o jocosa, juguetona o irónica, según el momento, con una criatura en el vientre y toda una vida de alegrías por delante. Con poco, Ellen manda: una sonrisa traviesa y los ojos de la hermana pequeña del vecino. Hay actores y actrices que nacen actores y actrices, pues ahí está Ellen.

Saoirse Ronan resiste el pésimo recuerdo que causa el timo de película que es Expiación (Joe Wright, 2007). Toma ya, nominada al Oscar como mejor película, tremendo disparate. Pero Saoirse, con 13 años sólo y en sólo un tercio de metraje, se merienda a todo el reparto. Se dio a conocer como hija de Michelle Pfeiffer en El novio de mi madre (Amy Heckerling, 2006), inquieta y avispada ella, ilusa enamorada de un mocoso y digna ‘versioneadora’ de Alanis. En Expiación es perversa y torpe, la semilla de una tragedia, el peligro de la imaginación. El brillo acuoso de su mirada es la trampa y el encanto. La miras y no piensas en una niña actuando, sino en una pequeña gran actriz.

Ellen y Saoirse están nominadas al Oscar de Hollywood a la mejor actriz y actriz secundaria.