Los temores se confirmaron y la presente edición de los premios Oscar de Hollywood tendrá, a juicio de quien escribe, las cinco películas más flojas de calidad (disparatadas en algún caso, se atreve a decir el firmante) de todos los quintetos de aspirantes desde que estos galardones contemplan cinco candidaturas al mejor film, desde 1944 concretamente.
Pozos de ambición (Paul Thomas Anderson) es un atípico y frío retrato de codicia y perdición con una prometedora hora larga de metraje y un socavón terrible del que ya no consigue salir, con un desmedido Daniel Day-Lewis con excesos para la galería y consciente de que va a ser nominado y probablemente premiado.
No es país para viejos (Joel y Ethan Coen) es una violenta reinvención de thriller con eco de western crepuscular manchado de incongruencias argumentales y castigado por un tedioso ritmo, donde sólo sobresale el trabajo fotográfico y un impecable Javier Bardem.
Michael Clayton (Tony Gilroy) es otro gélido perfil de la ambición corrupta en las altas esferas, donde las acciones confunden el bien y el mal y se esclavizan a los intereses empresariales. La aureola de importancia que se autoconcede la convierte en una obra algo repelente. Buen reparto y poco más.
Expiación (Joe Wright) es una vergonzosa tomadura de pelo, simplemente.
Y Juno (Jason Reitman) es la más decente de las obras seleccionadas, una amable comedia sobre un problema gordo tratado con tibieza aunque inteligencia, una película menor sin mayores propósitos que debería llevarse los premios grandes y que seguramente se tenga que conformar con el del libreto original, que no es poco.
Hago un repaso histórico y me cuesta encontrar cinco películas tan deficientes en el grupo de films que los miembros de la Academia escogen para las nominaciones. Para empezar, no me gusta que premiadas recientes como Crash (2006), Million Dollar Baby (2005) o Shakespeare in love (1999) fuesen las grandes triunfadores frente a películas superiores en sus años. Más grave fue el triunfo de Paseando a Miss Daisy en 1989 por encima de El club de los poetas muertos, Campo de sueños o Nacido el cuatro de julio. También la correcta Una mente maravillosa superó a cuatro discretas rivales en 2002: En la habitación, Gosford Park, El señor de los anillos y Moulin Rouge.
Más despropósitos: Bailando con lobos fue mejor que Uno de los nuestros en 1990; Carros de fuego que En busca del arca perdida en 1981; Gente corriente que Toro salvaje en 1980; Kramer contra Kramer que Apocalypse now en 1979; Rocky que Taxi Driver o Network en 1976; Sonrisas y lágrimas que Doctor Zhivago en 1965; Gigi que Mesas separadas en 1958; o Siguiendo mi camino que Perdición en 1944.
En fin, mucha mítica poco fiable. Por eso, un año más, va a ser más provechoso soñar con nuestras propias películas abrazado a la almohada.