jueves, febrero 21, 2008

LIVE IN 51: LARRY EN EL FILLOA

Entre las estaciones y las modas resiste durante tres décadas en mi ciudad un pequeño local que es como un refugio con el aspecto de sótano clandestino en un estrecho callejón de gran tradición musical. Piensa en una madriguera para noctámbulos iluminada con una gama versátil de tonos marrones, con sillas y mesas de madera y un coqueto escenario sobre una tarima en una de sus esquinas, en la que la música jazz acolcha tus últimas horas del día y te narcotiza hasta que el cansancio puede con tus huesos. No soy un asiduo a este lugar, no tengo trato con sus dueños y empleados (quienes tampoco tienen fama de ser comunicativos), pero cada vez que llevo allí mis pasos, una o dos veces al mes, solo o en buena compañía, siento que cruzo una cortina que me traslada a otro espacio y otro tiempo. Me gusta reposar, oír música, hablar o pensar en el Jazz Filloa de A Coruña.

La fiebre ha remitido, aunque a veces me cojo otro catarro de jazz con cualquier nueva adquisición de Mingus o con novedosas aventuras junto a Dave Brubeck o Thad Jones. O Larry Young, a quien como Funk, Inc., descubrí hace poco en una de esas fantásticas colecciones de fusión de jazz, soul, funk y blaxploitation que sólo he podido agenciarme lejos de esta ciudad. Desconozco si el hammond flotante de Larry Young ha sonado alguna vez entre las acogedoras paredes del Jazz Filloa. Desde mi casa, yo al menos me he sentido durante 48 minutos como si la música de este disco, Into somethin’ (Blue Note, 1964), me mascase entre su lengua y el paladar y después me invitase a una copa en esa guarida del jazz.

Muchas gracias por el préstamo al Ascensorista de Cristal.

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