Este año me niego a hacer un top 10. No sabría dar con la razón exacta, quizá es que han sido demasiados discos de pop-rock-blues-funk-soul-folk… y sus fusiones con copyright de 2007 los que han entrado en mis oídos en los últimos doce meses. Más de un centenar largo seguro, de los cuales la mitad he comentado en este blog desde el pasado 1 de enero; pasado el tiempo desde la escucha de ellos, ahora no sabría ser categórico a la hora de meter un buen disco entre los diez mejores y dejar otro tan bueno fuera del grupo. Así que para no complicarme, no hay lista.
Como cada año, ha habido de todo: decepciones mal recibidas, sorpresas bien acogidas, chavales viejos, jóvenes carcas, algunos manjares y más sinsabores… Podría decir que lo que más me ha entusiasmado ha sido la caja de tres directos de Pearl Jam y el banda sonora de canciones del film I’m not there, incluso las versiones de Tesla, pero me voy a quedar también con un artista único cuyo último trabajo me ha gustado por encima de todos los demás que también me han gustado. The Shepherd’s Dog (Sub Pop, 2007), de Iron and Wine, es mi disco favorito de este año que termina.
Este álbum hechizante, fantasmagórico y de enredada fragilidad convierte al profesor Sam Beam en doctor honoris causa. En el desarrollo de su tesis se ha acompañado de sus amigos de Calexico, y desde la publicación del Ep compartido In the reins (2005) hasta la fecha Beam/Iron and Wine ha pulido y embellecido su folk minimalista de tiernas estrofas y brisas melódicas. Su música se desnuda moldeada por arrebatadores juegos sonoros, pequeños laberintos trazados con variados efectos de cuerda, sutiles artificios que acaban creando intrincadas canciones en las que dejarse perder y desconectar de todo. Una obra maestra, desde ya.
Que todos tengáis un buen año nuevo.

























