miércoles, diciembre 12, 2007

BONUS TRACK 37: AVALANCHA (HÉROES DEL SILENCIO)

Estoy inmerso en la lectura de un libro recién publicado que repasa la carrera musical de Enrique Bunbury, Bunbury. Lo demás es silencio (Plaza & Janés), firmado por el periodista musical Pep Blay. No contaba yo con bucear por los caminos del éxito y del exceso que recorrieron los Héroes del Silencio y su carismático líder. De Bunbury ya dejé constancia hace tiempo de mi rechazo, la antipatía que me provoca y la poca fiabilidad que me transmiten sus viajes musicales, por suerte, apartados del acomodado y mediocre pop rock nacional y siempre con tendencia a la exploración, eso hay que reconocérselo con moderado agrado. Ha sido la construcción ágil e inteligente del libro, a modo a veces de montaje cinematográfico, y la sencillez con que el autor narra unos hechos y comparte unos testimonios lo que me mantiene atrapado a las páginas de su libro y al curso aún inagotado de la trayectoria vital y musical que sigue el músico y cantante aragonés. Si no es porque tengo ahora el libro entre manos no hubiera vuelto a escuchar en mucho tiempo el último disco de estudio de los Héroes, Avalancha (EMI, 1995), antes de su gira final y su adiós (de momento me olvido de su lucrativo reencuentro).

Tengo la impresión de que Bunbury ha castigado la música de los Héroes. Me explico. El curso que tomó el autor tras la ruptura del grupo navegó por el tecno rock primero y luego zigzagueó por corrientes revueltas de folclore y mestizaje donde cabía el pop, el tango, la ranchera, el soul, el cabaret y el rock, claro. Toda esa experimentación un tanto circense que entusiasmó a mareas de aficionados en Latinoamérica y levantó otras tantas olas de admiración (¡incluso devoción!) entre los seguidores de España acabó por hundir bajo tierra con el peso del paso del tiempo la música, más bien el sonido, de los Héroes del Silencio. Y aunque el grupo zaragozana vio nacer a miles de fieles en España, Europa y Sudamérica en el transcurso de su propia evolución, lo que queda de ellos se antoja ahora caduco, desfasado, y por qué no decirlo, algo viejo. A mí por lo menos me lo parece.

Avalancha es un buen disco en líneas generales. Su sonido y la producción de un experimentado técnico como Bob Ezrin (Pink Floyd, Alice Cooper, Jane’s Addiction) es la que mejor resiste el daño del tiempo. Sus fuentes hard rockeras construyen riffs contagiosos y todavía perdurables en el recuerdo (Días de borrasca, Iberia sumergida, Avalancha) y cuando se toma un respiro puede llegar a ser conmovedor (Opio, Morír todavía, La chispa adecuada). En el lado negativo hay que apuntar que la grandilocuencia casi mística con la que Bunbury se expresa mediante su voz y sus letras resulta excesiva, incluso ridícula. Su teatralidad siempre ha llegado a ser cargante y a ella ayudan también en este disco unos cuantos desvaríos guitarreros y los sombríos coros que la acompañan.

PD: Que conste que el Bunbury autor sigue sin gustarme, pero la persona me va cayendo mejor.

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