Salto sin pudor de Tom Petty a Kylie Minogue. Después de unos días de repaso por algunos discos setenteros y ochenteros del jefe de los rompecorazones me decanté por un poco de evasión más festiva y colorida, por un palpitar menos intenso de las emociones a flor de piel. Será quizá porque no he sido el único en asombrarme pinchando una y otra vez el último single de la menuda cantante australiana, 2 hearts, la magnífica canción rockera que abre el disco X (Parlophone, 2007), con el que ha vuelto a sonreír la atractiva ratoncita del dance pop después de someterse a un tratamiento de cáncer de mama. Nos alegramos por su recuperación.
No soy admirador de la pequeña Kylie, pero sí siento simpatía por ella, quizá por la vulnerabilidad de su voz y su imagen o porque nunca ha querido ser la más guay del grupo inagotable de muñecas de discoteca que las grandes compañías explotan cada poco tiempo. Cuando en 2002 se destapó con el álbum Fever y el fascinante tema Can’t get you out of my head (con sólo oír sus versos y ritmos en cualquier lado me viene la imagen de Kylie y sus rizos bailando en vestido corto en la azotea del videoclip), de algún modo la chica capturó un poco mi atención, y escucharla de vez en cuando no supone ninguna temeridad.
La primera impresión que ahora uno recibe al escuchar X es una decepción. Se debe a que ningún otro tema alcanza el clima glam del soberbio single de apertura. El rumbo que toma la selección de cortes posteriores fulmina cualquier otro ramalazo rock para tomar rutas más discotequeras muy bien elaboradas, pero carentes del gancho que tenían otros temas de sus dos discos anteriores. Al disco le falta la intensidad irrefrenable de una Madonna en la pista de baile, aunque unas pocas piezas más como Like a drug, The one y, sobre todo, Stars, tendrán seguro un destino sudoroso bajo las bolas de espejos. La segunda impresión (que la he querido tener) es algo mejor digerida.
Nota: 5/10
martes, diciembre 18, 2007
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