El documental lo firma Peter Bogdanovich, ese niño prodigio de los setenta con esa obra maestra del cine como arrebatadora cima que es The last picture show (1971), ese cinéfilo gigante entre cinéfilos de toda categoría, por desgracia algo desorientado desde hace bastantes años. Ahora como documentalista, Bogdanovich se aventura a penetrar con exhaustivo rigor en los pasos de la carrera musical de Tom Petty antes de formar The Heartbreakers, durante su larga asociación con la banda y en solitario o con otras ilustres compañías hasta nuestros días. Runnin’ down a dream se puede comparar con No direction home, otra obra similar que Martin Scorsese rodó hace dos años para condensar en tres horas los primeros seis años de vivencias musicales de Bob Dylan. Runnin’… evita la contextualización para entretenerse sin importarle la duración con el crecimiento del músico, sus relaciones con los colegas de grupo, productores y familia; repasa de forma cronológica la gestación de discos y el origen de las colaboraciones; recoge numerosos testimonios además de los del propio Petty; y no se deja prácticamente nada en el tintero mientras cierra buena parte de sus episodios con una actuación en directo. Parece que Bogdanovich se siente como un miembro más del grupo, que podría tirarse otras cuatro horas hablando con ellos y seleccionando canciones. No importa en absoluto que al documental en sí le falte la personalidad que tenía el de Scorsese si lo que le sobra es cariño y familiaridad con un artista, sí, inmenso, MAYÚSCULO.
Pensaba escuchar el disco y ver también el concierto grabado en la ciudad natal de Petty, Gainesville, Florida, en 2006 para celebrar el 30 aniversario de la banda (lo haré pronto, desde luego), pero no he podido contenerme… y necesito descargar aquí en estas líneas que la música de Tom Petty, con o sin sus Heartbreakers, es, parafraseando a Woody Allen al final de Manhattan, una de esas cosas por las que la vida vale la pena o que la hacen maravillosa. Necesito decir por muy exagerado que parezca que, a veces, cuando oigo The last DJ, Crawling back to you, Runnin’ down a dream, Refugee, I won’t back down, Room at the top, Honey bee, Southern accents, Learning to fly…, sí, vuelo ausente de cualquier otra realidad que no sea el rock and roll. Y me gusta perderme ahí.
Para cuando tengáis tiempo delante de vuestro ordenador, disfrutad:
1 comentario:
Aunque sabes que hace años que mis escuchas musicales van por otros derroteros - por los que cada vez te estas sumergiendo más - este fue también un músico por el que tuve predilección. Otro de tus post's que trae recuerdos.
Seguiremos hablando.
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