lunes, noviembre 12, 2007

VOLUME ONE 101 & 102: BETTYE & LEVON

Mientras algunos viejos monumentos de la música en activo prefieren hinchar sus arcas con la enésima reedición de su colección de éxitos, completada o remasterizada (mejor si las fechas de hacer regalos están cerca), otras reliquias con actividad más puntual, sin sucesiones de ‘greatest hits’ en sus carreras más modestas y con una fama mucho más baja reaparecen cada cierto tiempo para demostrar que la música que nace con pureza de sus sentimientos no hace viejo a nadie, que sus voces grabadas llegan a nuestro oído sin ninguna edad. Esta semana me he reencontrado con Bettye Lavette y Levon Helm.

A Bettye Lavette la adoré hace ya tiempo en estas líneas después de la publicación de su soberbio disco I’ve got my own hell to raise (Anti, 2005). Bajo el mismo sello y con unos inesperados músicos de sesión, ni más ni menos que Drive-By Truckers, la veterana cantante de 61 años explota ahora en su madurez con la arrolladora fuerza con que apenas pudo empujar hace cuatro décadas, cuando era una solista secundaria y grababa singles para estudios de soul. Con la banda sureña y su productor, David Barbe, la rugiente Bettye ha grabado este año The scene of the crime, un álbum que roza la grandeza de su predecesor, stoniano a ráfagas, de agitadas melodías rockeras y baladas quejumbrosas, un disco de garito que conjuga la juerga y la resaca, como en el tema de Elton John Talking old soldiers que Mrs. Lavette reconvierte en una plegaria nocturna de Tom Waits.

Nota: 9/10

Levon Helm, 67 años. Batería de The Band. Hace poco intervino como actor en un pequeño y conmovedor papel de ermitaño ciego en la película de Tommy Lee Jones Los tres entierros de Melquiades Estrada. Su físico está desmejorado, apenas queda el rastro de la frescura jovial con que cantaba canciones sentado a la batería en su fabulosa banda, y sus cuerdas vocales han sido castigadas por un cáncer. Hacía 25 años que no editaba un disco en solitario y en 2007 ha reaparecido con Dirt farmer (Vanguard). Su voz templada pero vibrante resuena de nuevo alegre aunque melancólica en un álbum que resucita a The Band sin The Band, con violines y mandolinas, campos abiertos y porches al atardecer después de una jornada laboriosa. Larry Campbell, uno de los mejores guitarristas que ha tocado con Bob Dylan, parientes y amigos de Levon Helm como Julie y Buddy Miller, se reúnen reconfortados los unos con los otros en este trabajo añejo y sentimental.

Nota: 8/10

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