viernes, diciembre 29, 2006

VOLUME TWO 24: THE BYRDS

Si cabe algo tarde he empezado a disfrutar de los Byrds. Pero nunca es tarde si la recompensa siempre espera. Tenía hasta hace poco una completa recopilación y un doble disco estupendo, pero en uno de esos latigazos de empacho que me dan a menudo me he lanzado desde el trampolín para zambullirme en poco más de una semana en los ocho primeros discos de estudio de la mítica banda californiana, los que preceden a ese gran doble Untitled / Unissued de 1970.

Esos ocho discos que abarcan sólo cinco años y diversas formaciones del grupo resumen exactamente el curso que fue tomando la música americana de finales de los sesenta. Los Byrds asimilaron algunas tendencias imperantes, pero muchos más grupos de la década siguiente e incluso de los últimos diez o quince años se han inspirado en los Byrds para poner en marcha su carrera y asentar géneros consolidados, como el llamado ‘americana’. Ellos, con Roger McGuinn (tras descartar su nombre Jim) siempre al frente, ejemplifican el salto del folk al rock con el tránsito intermedio por el country y la psicodelia. Estos cuatro géneros se pueden combinar al antojo del oyente para calificar cada uno de esos ocho fantásticos discos.

La carrera de The Byrds despega con Mr. Tambourine Man, el álbum que toma el nombre de una canción de un tal Bob Dylan y que incluye esa y otras tres versiones de su repertorio folk. Los Byrds electrificaron al músico de Minnesota para acercarlo a los sectores menos puristas y hacer que sonara en las radios de frecuencia ancha. Corría el año 1965 y el mismo Dylan enchufó también su guitarra para cambiar el curso de la historia del rock. Los Byrds están compuestos por McGuinn, Gene Clark, David Crosby, Chris Hillman y Michael Clarke. Entre todos cantan y casi todos tocan la guitarra. Salvo McGuinn, los demás harían las maletas poco o bastante después para aventurarse en solitario o aterrizar en otras bandas. Turn! Turn! Turn! (1966) sucede al disco de debut e insiste en ese folk electrificado de sonoridades apacibles. Fifth dimension, del mismo año, supone un pequeño salto hacia contenidos más psicodélicos, como ejemplifican la maravillosa canción Eight miles high y una versión muy kitsch del Hey Joe inmortalizado por Hendrix. En esos mismos tonos insisten Younger than yesterday (1967), cubierto por un rock más ácido, y The notorious Byrd brothers (1968), disco que acerca al grupo al sonido country más insistente en Sweetheart of the rodeo, del mismo año, que supuso la fugaz intervención en el grupo de Gram Parsons. The Byrds siguen mutando y experimentando, cambian su base rítmica y se reducen a cuarteto en Dr. Byrds & Mr. Hyde (1969), trabajo que aún conserva restos country y que oscurece su folk rock hasta acercarlo a los territorios de Hot Tuna o Jefferson Airplane. Meses después Ballad of easy rider, con su preciosa canción titular y aún con versiones idílicas de Dylan en la recámara, cierra un periodo brillante en la música americana y en el camino de un grupo cuya modesta trascendencia se entendió mejor décadas después. Cuatro discos más sirvieron los californianos hasta su disolución en 1973.


The Byrds, pioneros y referentes, sencillos y encantadores. Si tuviera que elegir sólo uno de esos ocho álbumes, escogería Fifth dimension, la joya más reluciente en toda esa travesía entre 1965 y 1969, años que por suerte podemos imaginar gracias a la magia de la música.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De todos los grupos que participaron en esa transicion folk - rock, pasando por el country y el ácido, este es uno de mis preferidos y de los que mejor envejecen - aun ahora siguen gustandome con esas voces juveniles y esas guitarras ácidas tan el estilo de la invasión inglesa.
Uno de esos grupos que me gusta recuperar de vez en cuando y dedicar unas horitas a repasar sus canciones.
Un inciso nostálgico: el recopilatorio que tengo del grupo aún lo tengo en aquel fantástico formato en el que aparecieron inicialmente sus discos:el vinilo.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Sí señor, un merecido homenaje a los Byrds.
Mis favoritas "Eiight miles high", Roger McGuinn siempre dijo que era un homenaje a John Coltrane y "Turn! Turn! Turn!"

CÑD