jueves, diciembre 07, 2006

VOLUME TWO 23: CAT POWER

En un viaje reciente pinché dos veces seguidas un disco de Cat Power, el celebrado por la prensa You are free (2003), con apariciones de incógnito de Dave Grohl y Eddie Vedder incluidas. Y hace poco enlacé otros dos de sus álbumes consecutivos, Myra Lee (1996) y What would the community think (1996) en una tarde de esas en las que puedes compaginar una o más sesiones de música con el trabajo sin perder detalle de tu vicio ni el justo rendimiento en tu obligación laboral. Es una chica intrigante Chan Marshall, felina protegida en su seudónimo, una de esas desconcertantes bellezas nada deslumbrantes que gustan y seducen tanto a ellos como a ellas.

He leído unos cuantos tirones de oreja recientes a Cat Power. Parece ser que su último trabajo, The Greatest, el séptimo de su carrera desde mediados de los noventa, no ha sentado tan bien en el sector más indie del panorama más exigente de autores y autoras americanas. Le reprochan a la chica una inclinación descarada a la comercialidad de su folk introspectivo, más limpio de lo habitual y un poco poblado de instrumentos en esta ocasión. El único problema que le encuentro a su último disco, por cierto, más interesante y satisfactorio que más de uno de sus predecesores, es el que tienen éstos también, un estirado metraje y una arrogante tendencia a abusar del vicio de querer ‘ser rarito/a’. Y claro, cuando un 'freak' se arrima un poquito a un público menos minoritario parece que ha cometido un crimen y conviene repudiarle.

Sí, rarita es Chan/Cat, menos accesible que Jesse Sykes o Dayna Kurtz y tan singular y personal como Ani Difranco, con quienes comparte una voz peculiar, arenosa y seductora la suya, de esas que propaga su eco y lo hace duradero en el recuerdo. Artista de las que alterna el piano con la guitarra, triunfó entre la vanguardia neoyorkina y eso la catapultó a los escalones de respeto entre la comunidad independiente de autores de inquietudes líricas y ensortijados paisajes musicales.


Cat Power canta y toca en poca compañía, apenas con batería, a veces con bajo a veces sin, con acordes espesos y perezosos, versos al ralenti. Mastica una música para la lluvia y los apartamentos vacíos, desnuda y elemental. Escuchar uno de sus discos de cabo a rabo puede provocar el desaliento, además del cansancio, pero contienen unos y otros, los irregulares (Myra Lee, Moon Pix) y los acertados (You are free, The Greatest) unas cuantas magníficas píldoras para dejarse llevar y flotar.

Más información sobre Cat Power.

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