La intimidad de la música y su impagable cualidad para transportarnos sin movernos del sitio a otra dimensión es quizá la más suprema de las virtudes de este vicio y pasión nuestra. Cada música tiene su oyente y cada uno la siente y vive a su manera. Cuando uno entra en una canción y se deja poseer por los instrumentos, cabalgar incluso encima de ellos y fusionarse prácticamente con el autor entonces toda la música es sagrada. Un arpa, una voz infantil que se retuerce en aullidos de melancolía, una suave y equilibrada orquestación, unas cuantas tibias cuerdas más… y la música es magia gracias a Joanna Newsom… y a sus estupendos colaboradores.
Ys (Drag City, 2006) es su segundo disco. Veteranos e ilustrados como Van Dyke Parks, Steve Albini y Jim O’Rourke se encargan de los arreglos, los mimos sonoros y la producción respectivamente. Joanna Newson canta, compone y acaricia el arpa con sus dedos pálidos.
Joanna, tan linda, es la penúltima inquilina de esa comunidad de folkies hippies de dudosa identidad bendecida por la crítica, sus también amigos Devendra Banhart, Vetiver o Smog, y cotizada en los circuitos más cool de la vanguardia musical. Hay motivos: uno piensa en Björk cuando la escucha quejumbrosa e inocente detrás de su arpa cristalina edificando temas ambiciosos y pictóricos cual frescos renacentistas salpicados de hierba y pájaros, colinas cubiertas de nubes; su apuesta arriesgada y nada convencional la sitúa en el territorio más indie del folk y con sus dóciles artilugios de sonido incrustados en la liviana orquesta construye una música perfecta para soñar.
Sólo cinco largos temas cuyo sabor puro se disfruta más en el estómago que en el paladar componen el disco terriblemente maravilloso de esta niña celestial.
Nota: 9/10
viernes, diciembre 08, 2006
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