viernes, junio 02, 2006

VOLUME TWO 17: GOMEZ

Paso página y reaparecen esos temores, la sospecha de un paso atrás, como cuando los Twilight Singers conectan los micrófonos. También acaban de volver a enchufar sus instrumentos los Gomez, muy lejos de las noches de Cincinatti y New Orleans. También despejan mis dudas una vez más al volver a fabricar otro fantástico disco, el séptimo (sexto en estudio) de su insólita e inclasificable trayectoria, How we operate (2006). Subo al autobús y me voy de gira con ellos.

Lees algo de Gomez en una revista, pero en el faldón de una página par, bajo las reseñas de otros artistas a los que sigues más de cerca. Luego les encuentras entre las lágrimas de Angelina Jolie y Ryan Phillippe en la intimidad de la película Jugando con el corazón. O entre las anodinas e insatisfechas vidas de Mena Suvari y Thora Birch en American Beauty. "No está nada mal", dices, y te lanzas a ellos. Compras su disco de debut para empezar, Bring it on (1998)... y flipas.

Porque tienes un rock que no es rock y un pop que no es pop, la pureza plena les limita o les aburre y de ambos ingredientes extraen los chicos un caldo con tanto delicioso sabor a carne como a verdura. Las guitarras no suenan como todas las guitarras, las acústicas parecen más ligeras y las eléctricas más fogosas; variadas percusiones se convierten en decoraciones que oscilan entre la tibieza y la estridencia; soplan brisas de viento inesperadas y relajantes, otras veces rompedoras y estrepitosas; se deslizan juegos sonoros y todo un arsenal de ruiditos caprichosos ensamblados con los instrumentos más convencionales con rigurosa precisión y sin capricho alguno en una lujosa producción; ah, y un par de voces de mando gobiernan más que las colectivas sutilizadas que convierten las canciones en palabras cercanas. Esa agradecida indefinición musical, que entronca con las inquietudes naturales del rock progresivo, queda también expuesta por la alternancia de voces, la más suave (e inglesa, digamos) de Ian Ball y la más sombría pero irresistible (y americana) de Ben Ottewell.

Todo eso lo empezaron a cultivar cinco chavalitos británicos hace diez años. A Bring it on le sucedió una mercancía de primer orden también, con idéntico o muy parecido envoltorio: el no menos espléndido Liquid skin (1999), el más disperso pero alegre Abandoned shopping trolley hotline (2000), compuesto de mezclas de canciones previas y otros temas nuevos, el más lastimero pero emotivo In our gun (2002), el ensuciado y a veces rayante Split the difference (2004) y el ahora novedoso, limpiado y festivo How we operate, el primero que sucede al directo doble Out West del año pasado.

Si tienes curiosidad, no lo dudes. Arriésgate. Date una oportunidad y empieza por el principio.

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