Pues al final fuimos, como dijimos varios posts atrás: junto a la pequeña Ani, Dufresne y la gran Luci compartí noche con la música viva y en vivo de Quique González (sala Capitol, Santiago).
Se ha ganado aplausos cada vez más sonoros, las estrofas cantadas en masa y su nombre coreado, también el insistente y ya vulgar “¡guapo!” desde la audiencia, aunque de guapo tenga lo justo. Es un tipo bastante normal, ni necesita pintarse las uñas o ajustarse un sombrero de copa, ni simular una facha fabricada de macarra perezoso con patillas pobladas, melena despeinada y gafas negras. De esa normalidad surge la cercanía natural de sus canciones, piezas sencillas de rock con acento americano y timbre nostálgico que ya gustan al pijerío que escapa de sus clichés pero no tapa su esencia. Vive y ofrece sus directos sin parafernalia, entregado a los versos de un testigo del paso del tiempo, los amigos añorados y las relaciones perdidas. Anima a la platea con palabras agradecidas, gestos y llamadas a la implicación colectiva y algún simpático monólogo antes de culminar a lo grande una canción (Supermán) y se anima imbuido por las emociones de sus letras y sus ganas por compartirlas.
Sin los pivotes estelares de su formación, los ausentes guitarristas Carlos Raya y David Gwynn, Quique y los Taxi Drivers ofrecieron el sábado 17 un concierto cumplidor en Santiago. La actuación cubrió un coherente repaso a los mejores temas de su discografía, arrancó efectivo con Kamikazes enamorados, alcanzó la cúspide con 1973 y la propia Supermán, descendió con el set en solitario del músico y cerró levantado con Pequeño rock and roll y la subida de aires míticos En el backstage. Le faltó grandeza pero no el agrado de la autenticidad de un artista español que engulle y traduce la música americana.
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2 comentarios:
Jeje, me alegro de que intereses por mi admirado Quique. Yo en esta gira no le he visto (malditos exámenes) pero leí buenas críticas de su concierto en Madrid. Tienes mucha razón en lo de los guitarristas, me parece que ahora ya el fijo es David Gwynn, creo que no trabaja más con Carlos Raya, pero en cualquier caso los dos son muy talentosos, y dan mucho juego en directo, supongo que sin ellos pierde un poco.
Espero que por lo menos estuviera Eduardo Ortega, que lo mismo toca el violín que el piano o la mandolina, a mí me encanta.
La banda que esta girando este año con Quique, no son los Taxi Drivers, sino la Ray Band. Yo estube en el concierto del Capitol, y para mi sonaron de puta madre. Un saúdo.
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