¿Recordáis mis comentarios recientes sobre Rick Rubin? (tres posts más abajo) Pues si no fuera porque el gigante barbudo está en la mesa y los controles de las últimas 12 canciones de Neil Diamond, dudo que hubiera comprado el último disco del solista y compositor neoyorkino. Mis respetos para Neil, de antemano. Ha dotado de material a muchísimos músicos, tantos como los que le han versioneado, ha publicado una cuarentena de discos desde 1966 y mamado mucha carretera. Y tiene unas cuantas canciones deliciosas, empezando por la muy mitificada Sweet Caroline. Pero siempre hubo algo que me apartó de su música y despertó en mí poco interés por conocerlo mejor; no sé, su enlacado peinado en ocasiones parecido al de El Puma, un misterio reservado detrás de sus gafas de cristales grandes, sus trajes horteras de los años setenta, el tono apesadumbrado y si cabe solemne de sus interpretaciones vocales.
El caso es que 12 songs, firmado por Diamond y labrado por Rubin a lo largo de 2005, ya forma parte de mi discografía y confirma mi admiración por el sonido pulido del productor que mejor resucita a grandes músicos olvidados. Después de Johnny Cash y Donovan, Rick Rubin se ha puesto en contacto con Neil Diamond para compartir horas y horas de repaso a discos e intercambiar ideas de colaboración. El músico sacó la pluma inspirado por su nuevo amigo y en pocos meses llenó libretas y gastó lápices con un cargamento de nuevas canciones. Doce seleccionaron finalmente (una más y otra toma alternativa componen la edición del disco en realidad), puede que el resto aparezca en más volúmenes.
Se agradecerán. Porque ya es un obsequio de lujo el contenido que llena 12 songs, un repertorio limpio y desnudo de piezas acústicas entregadas con mimo y entusiasmo por un Neil Diamond que no se aparta de su estilo y las sigue recitando con creciente y afectada emotividad. Aunque los mejores temas tardan un poco en aparecer, lo hacen con garra (Delirious love, presente dos veces, la segunda con las voces frescas y surferas de Brian Wilson), preciso ensamblaje sonoro (I'm on to you, Man of God), y optimismo (la última We). Instrumentación justa y concisa, guitarras claras y perfectas y los teclados envolventes de un trotabandas como Benmont Tench sacan todavía más brillo a las canciones de Neil. Bonito, muy bonito. Thanks Mr. Diamond. Thanks Mr. Rubin.
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3 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo en que si no llega a estar en los controles el maestro Rubin muchos de nosotros no tendríamos en nuestras estanterías el último trabajo del señor Diamond, pero por fortuna ha pasado a formar parte de nuestras vidas, de nuestra colección de recuerdos en forma de cd. Es un disco, como bien comenta Rubén, desnudo pero al mismo tiempo cálido capaz de servirte como manta de cuadros en esas tardes de invierno en el sofá contemplando como el agua difumina tu visión a través del cristal. Pero también es un disco fresco para esos anocheceres de verano en los que la arena de la playa acaricia tu espalda y tus pensamientos saltan de estrella en estrella. En definitiva un disco para buenos y malos momentos, para viajes en coche o paseos a pie, para amaneceres perezosos o noches animosas, en definitiva un buen disco, ¿no crees?. Gracias Neil. Gracias Rick.
Qué visuales son tus palabras, divino codino!! Tú lo dices todo, acabas de pintar un lienzo que acompaña a nuestras canciones. Un disco para un sinfín de momentos.
Rick esta trabajando de nuevo con Neil Diamond en un nuevo disco, estan grabandolo y se espera que salga dentro de poco tiempo. Saludos
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