Cuántas veces nos damos cuenta de lo magníficos que son los discos, lo grandes que son algunas bandas, cuando dejamos pasar tiempo, al enfriar los mejores recuerdos y recuperarlos con nuevas escuchas. Cuántas veces nos ha ocurrido con Tom Petty. Vale cualquier disco, cualquier etapa. Vale Into the great wide open (1991). Y no solo porque con este álbum te pones a volar con Learning to fly nada más enchufarlo o porque te dejas envolver en la amplitud evocadora de su tema titular. Sino porque está plagado de otras canciones que no dejan tanto rastro pero se incluyen entre lo mejor del rubio de Gainesville y su banda (Two gunslingers, Too good to be true, Out in the cold).
Fue una etapa algo incierta aquella en la que se conoció este disco. Volvían a juntarse los Heartbreakers tras dos álbumes más flojos en los ochenta y Tom se había aislado con Jeff Lynne en el estudio para darle forma a una de sus obras más redondas, Full moon fever, antes del cambio de década. La fórmula Lynne para la producción la mantuvo con Into the great wide open, que precedería a otra asociación también exitosa para los siguientes trabajos de los noventa, con Rick Rubin. Ah, no tienes más que imaginarte un paseo campestre por un paisaje como el de la portada de este disco, en caminos de tierra acogedora, para sentirte en la gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario