Vuelo directo a Manchester. Conexión Gallagher-Squire, Oasis-Stone Roses. Trayecto limpio, sin sobresaltos, rápido y placentero, sin tiempo para la nostalgia, sin caer en lo intempestivo ni pecar de pereza. Liam estira los versos y se deja caer apático ante el micro sin desgastar su marca de agua; Squire hace escorzos con la guitarra para darle un poco de mala leche al perfil melódico de las canciones. Podrían vender pastillas, suavizantes y detergentes como los de la cubierta de su disco, Liam Gallagher & John Squire (Warner Music, 2024). A veces flotan, de nuevo como antaño, los Beatles, a veces incluso Hendrix empaña la cara más psicodélica de la música. Un latigazo de electricidad hacía falta, se echaba de menos; le llena a uno de fuerzas. "Los jóvenes de hoy son unos putos vagos que quieren un éxito inmediato", ofrece Gallagher para un titular. A él le llegó como un rayo ese éxito, y era un puto joven, éxito del que aún vive. Y solo de escucharlo un rato junto a su amigo John renacen Morning Glory o Second coming.
Nota: 7,5/10
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