Retuve a Dylan LeBlanc a partir de su tercer disco, Cautionary tale (2016), con sus pasajes campestres y delicados; me desaté de él al cambiar la orientación del cuarto, Renegade (2019), de barniz pop al que no encontré gracia; y ahora me subo de nuevo a su vagón con Coyote (ATO, 2023), otra plácida aventura por las tierras de la coste Oeste, y, ojo, grabada en Muscle Shoals. No es fácil quedarse con un tema por encima de los demás, todos navegan con fresca languidez por oleajes cristalinos, más acústicos que eléctricos (cálidos cuando les llega el turno), sutilmente acompañados de elegantísimos acordes de cuerdas. LeBlanc, frágil como Neil Young o Ryan Adams al cantar, tiene una fuerza latente (Coyote, Dark waters, Hate, Wicked kind), como la que guardaban los Eagles o Fleetwood Mac en las mansiones californianas.
Nota: 8/10
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