Antes de que los Smashing Pumpkins quedaran reducidos a su líder y relegados al descrédito de trabajos insustanciales, a proyectos prácticamente unipersonales llamados al olvido hasta el presente, representaron la alternativa del rock, aquella vía paralela que se atrevía a proponer corrientes diversas a fuerza de experimentaciones o ruido, de ensayos o fusiones. En su segundo álbum, Siamese dream (1993), confirmaban que el atrevimiento de su debut podía ser duradero, y que incluso anticipaba episodios más ambiciosos, como así fue con el siguiente Mellon Collie... Disarm fue la canción más publicitada de aquel disco, una de las del lado más melódico y apacible del conjunto, aunque encerraba una garra furiosa bajo la capa orquestal y el abrigo acústico. Billy Corgan cantaba entonces muy bien.
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