Una canción, Stolen car, y un disco, Central reservation, me atraparon en su día (quizá lo conté en estas líneas, no recuerdo). Con el tema y el álbum, Beth Orton me ganó, y en los años siguientes me fui dejando vencer por la británica. Llamaba a mi puerta cada cierto tiempo, dejándolo pasar con calma, ofreciéndome un reposo lánguido, una templanza climática a base de dosis modestas de indie y electrónica que se multiplica en su nuevo trabajo, Weather alive (Partisan, 2022), una colección de canciones donde me tumbo para perderme en un estable sueño.
En una comparativa así, la música de Beth Orton en su último disco se despliega como una sábana de bienestar recién planchada, sin arruga alguna, casi uniforme en su recitado, doliente al cantar, a punto de romperse o ahogarse en su absorbente pereza. Son ocho cortes que transcurren sin sobresaltos, de entresijos sonoros sutiles (Weather alive, Forever young, Haunted satellite, Arms around a memory) que me dejan postrado de nuevo ante la tierna Beth.
Nota: 8,5/10