Puede que pasados los años, según qué canción, no nos sintamos mayores. Esta, saltando, bailando y guitarreando a la vez, parece no tener edad, su frescura permanece intacta y auténtica. Quizá no te acuerdes de cómo vibraba en ti cuando vestías aquellos vaqueros apretados y el pelo largo estaba mal visto en un chico un poco rebelde y contestón; ahora la asocias a los viajes en carretera por el norte y hacia abajo en Portugal, con el chaval siguiéndola en cada verso o bailándola con saltos al hacer una parada antes de lanzarse a la piscina. De paso, reescuchas Tequila y recuerdas que sí que eran (son) buenos de verdad. ¡Salta!
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