Al escuchar la música de Joan Shelley me parece que sus canciones se mantienen suspendidas en el aire y que nosotros, los oyentes, nos dejamos llevar hacia ellas para agarrarnos con un brazo, con los dos, con las piernas, para descansar en ellas. Hay cobijo en sus discos, calma, una sensación de bienestar que no es triste ni alegre, que no lleva al norte ni al sur. En The Spur (No Quarter, 2022), su sexto álbum, persiste esa ambivalencia, también la capacidad para extender el folk hacia distintos horizontes, revestido esta vez de un exquisito juego de guitarras de metálico eco y de cuerdas conmovedoras. A Shelley, que parece discreta, se le intuyen propósitos más ambiciosos, pero prefiere no explotarlos sino guardar la imagen de una autora delicada pero profunda, modesta pero sabia. Y uno puede aplicarle esos calificativos a canciones como Home, Like the thunder, Fawn o Amberlit morning, con el apoyo de otro especimen singular como es Bill Callahan. Y dejar que la música se consuma lentamente con suave placer.
Nota: 8,5/10
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