En ausencia de emociones en carne y hueso, queda el consuelo de imaginarlas en la distancia de los auriculares, en el lujo de una edición especial, con limpieza de sonido, la recuperación de un documento milagroso... Ausente en la celebración de su tiranosáurica resistencia, el remedio es la desconexión con marcha atrás, en el retorno a lo que un par de noches fueron sesiones fugitivas en El Mocambo de Toronto. Allí, con solo 300 personas delante, se colaron los Stones hace 45 años para demostrar que en un escenario, pequeño o grande, nadie les empata. No soy de gradilocuencia en la calificación, pero hay veces que plegarse a la evidencia, al deleite natural, a decir que esto o aquello es brutal o colosal, no tiene alternativa.
Esta edición novedosa de un concierto celebrado en 1977 concilia cualquier disputa, cura heridas, depura cargas y nos emborracha del brebaje celestial del rock and roll. Con dosis como Tumbling dice, Hand of fate, Worried about you, Brown sugar, Hot stuff, Fool to cry o unos cuantos blues cochambrosos que aún se mantienen en pie. Como Mike, Ronnie y Keith.
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