lunes, mayo 30, 2022

LIVE IN 278: LOS GALLAGHER


¿A alguien por ahí le interesa lo que los hermanos Gallagher tengan aún que decir... en esto de la música, claro? Con los Robinson, un par de posts más abajo, valdría la misma pregunta. Cuestión de intereses, por supuesto. Quien esto escribe ya no lo encuentra, el interés, en lo que Liam o Noel puedan ofrecer. Quedan lejos las gamberradas, el éxtasis del marketing. Esto viene a cuento de C'mon you know (2022), tercero de los álbumes firmados por Liam Gallagher en los últimos seis años, a partir de cuando su hermano Noel, con la firma añadida de su banda, High Flying Birds, dejó de publicar los suyos después de otros tres en otros seis años (¿nos preguntamos si todo esto está calculado para la hipotética reaparición de Oasis?; cuesta creerlo). El bueno (o malo) de Liam se camufla entre jovenzuelos en la portada de su disco, pero ¿de verdad esos jovencitos tienen idea clara de quién fue aquel Liam Gallagher de Oasis? Yo sigo sin encontrármelo en los álbumes de ahora aunque siga encarando el micro con la misma chulería de antaño, con la voz apretada por efectos de sonido y ecos amplificadores. ¿Qué ocurre? Que ninguna canción está a la altura de aquellas que llevaron a Oasis a las cimas y después los hicieron bajar rodando. Hay dos o tres fogonazos inspiradores en los discos de Liam, como también en los de Noel, pero eso es bien poco, son amagos tristes frente al paso imparable del tiempo.

jueves, mayo 26, 2022

VOLUME ONE 603: CRUEL COUNTRY (WILCO)


En la intimidad de su base de operaciones, el entrañable The Loft de Chicago rebosante de instrumentos, seis músicos virtuosos encuentran la pócima de la excelencia. No entienden de género ni marca, escapan de la clasificación, esquivan la calificación. Forman un universo musical absorbente que atrae devociones, sientan cátedra. Estos tipos, Jeff, John, Nels, Mikael, Pat y Glenn, juntos en faena sobre alfombras y entre sillones, son la banda más extraordinaria del planeta: Wilco.

Cruel Country (dBpm, 2022) es quizá el disco que más veces he escuchado en una misma semana. Sus 21 canciones, sus casi 78 minutos que discurren como la corriente tranquila de un río a través de un valle silencioso, me han convertido en un adicto insaciable. Es un álbum tan brillante como Sky blue sky, The whole love y Ode to joy, pero ahora en el presente se me abre como una fuente de admiración exultante, como una laguna en la que siempre me apetece remojarme. En las lecturas que merece, cabe el análisis del empeño lírico por reflejar las contradicciones de un país, pero a mí, que me atrapan más los sonidos que las letras, me seduce esa asombrosa facilidad con la que los seis integrantes de Wilco crean paisajes musicales salpicados de pinceladas arrebatadoras.

 

Amigos, brindemos por las baquetas relajantes de Glenn Kotche, las sutiles teclas de Mikael Jorgensen, la finura de las cuerdas de Pat Sansone, el nervio guitarrero de Nels Cline, la calurosa sábana rítmica de John Stirratt, Jeff Tweedy en todo su ser. Por Hints, All across the world, Bird with a tail/Base of my skull, Many worlds, Heart hard to find, Please be wrong, Country song upside-down y Sad kind of way entre las varias canciones soberbias de este álbum. Cruel Country me parece hoy un disco con el que ilustrar en el diccionario el término perfección. Hasta aquí hemos llegado, para qué seguir reseñando más discos.

Nota: 10/10

domingo, mayo 22, 2022

LIVE IN 277: LOS ROBINSON


Hace un año más o menos que se llevan bien (o lo aparentan). Chris decidió abandonar el aislamiento hippie en su hermandad musical para regresar al lado de su hermano de sangre, Rich, y resucitar a los Black Crowes, una familia que hace unos años parecía imposible de reconciliar. ¿Disco nuevo a la vista? ¿Con qué formación? Se ve que el único que ha aceptado seguir remando al lado de los Robinson es el bajista Sven Pipien; y se ve que aún no han entrado en materia de trabajar canciones nuevas y han preferido echar mano de media docena de versiones para llenar un Ep con el año 1972 como título y excusa. Año de buena cosecha rockera, justifican los Robinson. Los elegidos son los Stones, T Rex, Rod Stewart, Little Feat, Bowie y los Temptations con temas conocidos hace justo cincuenta años. Y, ¿qué quieren que les diga? Que ni frío ni calor, más bien frío. A estas versiones les falta algo espontáneo, algo de energía, ganas, y les sobra comodidad. Puestos a salvar algo... Papa was a rolling stone, la cover de los Temptations. Tengo la impresión de que era mejor dejar las cosas como estaban.

viernes, mayo 20, 2022

LIVE IN 276: MAVIS & LEVON


Cuentan que Mavis Staples y Levon Helm se hicieron amigos cuando Martin Scorsese los reunió para la despedida de El último vals. Entonces cantaban Mavis y su familia el tema The Weight, de The Band. Ella y Levon, ya íntimos, lo cantaron más veces desde entonces en un escenario, la última en 2011 en el granero de Levon, el estudio y a la vez patio donde la música fluía desde las entrañas de quienes ocupaban el lugar y se propagaba hacia todos los rincones. Aquel último concierto, pocos meses antes de la muerte de Helm, es lo que guarda Carry me home (Anti-, 2022), con las bandas de ella y de él en los últimos años entralazadas en inquebrantable comunión. 

La emoción y el éxtasis reinó en aquella sesión, dicen. Pero eso no se puede advertir tal cual fue al escuchar este disco. Esas emociones y sentimientos se intuyen, se perciben en la distancia, en cómo se excita Mavis o en cómo se cruzan las corrientes eléctricas del soul, el blues, el góspel y el mejunje inimitable de The Band, aunque solo Levon mantuviera viva su aura. Dos buenos amigos juntos, ah, y unas buenas canciones que los unen.

martes, mayo 17, 2022

VOLUME ONE 602: THIS IS A PHOTOGRAPH (KEVIN MORBY)


Nos hemos acostumbrado a seguir de cerca a Kevin Morby. Desde Harlem River (2013), en su música advertimos destellos de alumno prodigioso, inquietudes de un talento que se sale de la corriente y una cierta ambición de momento controlada. No han sido pocas las semblanzas, reseñas y retratos que a Morby, tras dejar atrás las bandas de Brooklyn por las que pasó en la primera década del siglo (Woods, The Babies), lo meten en el mismo vestuario de inspiración y creación de Bob Dylan o Leonard Cohen. Con el tiempo, y los discos, las comparaciones, además de recurrentes, son acertadas. Pero hay que evitar el juego de los espejos para reconocer la validez auténtica de Morby, que pone de relieve con una exquisitez instrumental en cada álbum, algunas veces denso y monótono (Oh my God, Sundowner), otras veces sobresaliento y conmovedor: This is a photograph (Dead Oceans, 2022).

Aquí nos detenemos hoy. En un disco (déjenme incluir a Van Morrison en el listado de referentes) que nace de la familia y la enfermedad, de los recuerdos congelados en fotografías, de la búsqueda de uno mismo, de una ciudad, Memphis, que acoge y alienta, en la que se vive y sobrevive. Uno se agarra a la vida a pesar de que no inviten a ello títulos como It's over, Five easy pieces o Goodbye to good times, pero es la propia belleza de estos temas (prohibido olvidarse de A coat of butterflies, por favor) o la tensa exaltación de otros (This is a photograph, Bittersweet, TN, enternecido por la gentil voz de Erin Rae), lo que eleva este álbum, y a Kevin Morby, a la categoría de creación/creador, en efecto, prodigioso.

Nota: 9/10

viernes, mayo 13, 2022

VOLUME ONE 601: DROPOUT BOOGIE (THE BLACK KEYS)


Lo peor que podemos decir del nuevo trabajo de The Black Keys es que, sin sorprendernos ya, siguen haciendo las cosas muy bien. Y lo que mejor saben hacer es encajar en jugosos moldes contemporáneos materia prima primitiva que no pierde su autenticidad con nuevo abrigo. Dropout boogie (Easy Eye Sound, 2022), grasiento y crujiente, es un sucesor lógico de Delta Kream (2021), en el sentido de que aporta piezas originales a las versiones de blues cenagoso que el grupo había reinterpretado hace un año. El arranque de Wild child intenta capturar la frescura contagiosa de El Camino o Let's rock, pero las canciones que le suceden se desvían de nuevo hacia corrientes bluseras de fácil seducción. La reconexión de Dan y Patrick debería ser definitiva, hoy da frutos en su momento de esplendor.

Nota: 7,5/10

martes, mayo 10, 2022

BONO


62 años. Felicidades. 

Podemos regresar a... 1987. Entonces él tenía 27 y yo, 14. Y supongo que poco después, tras desgastar The Joshua Tree en el plato de aquel tocadiscos que tuve, fue mi primer ídolo musical, el primer cantante del que quise saberlo todo, que me tenía absorto ante la televisión y alucinado con sus canciones. Me quedo con aquellas inocentes, puras y entrañables sensaciones que hoy echo en falta, con los conciertos (todos estupendos) en los que estuve; sí, con esas vivencias que no tienen precio y nunca se pierden. Olvido todo lo demás... hoy, que somos mayores.

domingo, mayo 08, 2022

BONUS TRACK 262: MAN (NENEH CHERRY)


Woman
y 7 seconds, con Youssou N'Dour de compañía vocal. Dos de los temas más recordados de Neneh Cherry aparecen en su tercer álbum, Man (1995), digno de ser recordado por la totalidad de su contenido, que vio la luz primero en Europa que en USA. No se había dado mucha prisa en dejarse oír la autora desde el refrescante éxito que había supuesto su debut de 1989, Raw like Sushi, y todavía se apresuró menos para agrandar su discografía, que desde aquel Man tan sólido con el paso del tiempo solo ofreció tres episodios más. Neneh agitaba estilos en su coctelera: había nadado en el post punk y circulado convencida sobre el asfalto del rap y el hip hop, para llegar a su tercer disco. Man,
con destellos de rock, pop y algo de electrónica. La obra tuvo sello de producción en varios estudios, entre ellos en Málaga (de ahí deben asomar las bailaoras de la portada que acompañan a Neneh), y se beneficia de dos excelentes singles que, ojo, no son lo mejor del listado.

sábado, mayo 07, 2022

VOLUME TWO 113: ARCADE FIRE


El último disco de Arcade Fire, WE, es insatisfactorio. Es insuficiente si de esta banda que alcanzó los cielos del mainstream en la primera década del siglo y supo generar expectación con cada nuevo álbum, uno espera reencontrarse con el impacto primigenio o con la brillante solvencia que le sucedió hasta el tercer trabajo. Pero llegamos al sexto capítulo y la serie ya no tiene argumento que enganche. Ya no me interesan las inquietudes, los discursos y las descargas musicales de este matrimonio y su tropa.

Ahora volvamos atrás.

La primera vez que escuché a Arcade Fire fue a mediados de aquella primera década. Una de sus canciones nos distraía minutos antes de que U2 arrancasen su concierto de la gira de la bomba atómica en el Camp Nou. Una llamada a la puerta con insistencia y decisión: sonaba acomodado a un gran estadio uno de esos temas que piden permiso para competir en las grandes ligas y se le concede. Qué temazo es este, quiénes son, qué bien suena esto, qué pasada... nos decíamos en la grada sin poder echar mano aún del Shazam en los móviles. Escuchamos Funeral (2004) poco después, dos y tres veces, y veíamos a una banda poderosa y convencida de su triunfo, también imaginativa, osada en el espectáculo, un pelín sobrada. Rock, sí. Indie, también. Pues indie rock con mayúsculas.

La crítica los tuvo arriba, los medios los mimaron. Las giras los mejoraron. Eran buenos, sus conciertos invitaban al éxtasis, a la comunión de la masa. Y Neon Bible (2007) y The Suburbs (2010), los dos álbumes siguiente, confirmaban que el estado de gracia podía seguir durando. Reflektor (2013) ya cargaba, pesaba más su exceso que su definición, la chispa ya no era espontánea. Caía en el olvido, también Everything now (2017), con el grupo demasiado empeñado en sobrecargar de bisutería canciones que no sabían por dónde moverse. Le pasa algo parecido a WE (2022), más comedido pero distante. ¿Saben?, ya me he aburrido de Arcade Fire.

jueves, mayo 05, 2022

BONUS TRACK 261: MILES FROM OUR HOME (COWBOY JUNKIES)


Podríamos habernos detenido en la última entrega de los Cowboy Junkies, una nueva, y espléndida, colección de versiones (Songs of the recollection) que mantienen al grupo con firmeza en esa esfera deseable de formaciones infalibles, incontestables. Pero la recuperación de los canadienses para este blog retrocede a 1998, cuando su álbum Miles from our home se convirtió entonces, y aún hoy, es la obra de los hermanos Timmins a la que tengo más apego. Fue el séptimo disco, el segundo bajo el paraguas de Geffen, de quien se desvincularon al año siguiente. Los diez cortes de este viaje musical de Margo, Peter, Michael y Alan Alton nacen de sentimientos de añoranza por pérdidas cercanas y se trazan en el apartado refugio de la casa de un molino. Quizá lejos del hogar o no, más cerca de lo esperado, las canciones de este álbum, aún apartadas de la excitante turbidez que teñiría trabajos posteriores, transmiten agradable proximidad (Blue guitar, Miles from our home, Hollow as a bone, The summer of discontent), la garantía que siempre agranda a Cowboy Junkies.

lunes, mayo 02, 2022

EL CHICLE DE NINA


¿Merece un chicle ser expuesto en un museo? Ya saben, si el garabato más primitivo lo traza un artista, ¿por qué no colgarlo de una pared para el deleite de todos?; si el chicle lo ha mascado una celebridad, ¿qué impide no exponerlo en una vitrina para imaginarlo en la boca de quien los mascó? El chicle es de Nina Simone. Lo tuvo una vez entre los dientes y la saliva antes de iniciar un concierto en Londres en 1999, en el ocaso de su carrera, en los límites de la cordura; y al sentarse ante el piano se lo quitó de la boca y lo pegó en la madera del instrumento. Al acabar la actuación, extasiado por lo que había visto y sentido, un hombre del público se acercó al piano, despegó el chicle, lo apoyó en una toalla que Nina había usado y lo guardó en una bolsa de Tower Records para llevárselo a casa y guardarlo. La historia de ese chicle, de cómo se ha conservado más de veinte años y convertido en una pieza de exhibición en Copenhague, la cuenta Warren Ellis en El chicle de Nina Simone, editado por Alpha Decay.

El libro, con material gráfico de aquella actuación de la que no se conserva ninguna imagen grabada y solo unas pocas fotografías y con más fotos sobre el proceso de tratamiento de la goma de mascar para convertirlo en una pieza de museo, es una confesión sobre la pasión y el poder de la música en quien la escucha, un texto de amor por las pequeñas cosas, los objetos más irrelevantes y la trascendencia que pueden tener en las personas y en sus vidas. Ellis, miembro de los Bad Seeds y mano derecha de Nick Cave en la banda, se entrega a la fascinación por una artista inigualable mientras repasa algún episodio de su propia existencia y relata cómo un gesto de apariencia insignificante le ha acompañado de una forma u otra en el proceso de creación artística.