viernes, febrero 26, 2021

BOOTLEG SERIES 93: PJ... MÁS CRUDA


Caras B, versiones alternativas, demos, tomas en directo, temas inéditos... Hay mucho donde escarbar para mantener a un músico en el mercado o al servicio de sus fieles. Cuando llueven ofertas como estas, en general dirigidas al consumo de los seguidores más leales, o se traga con todo o se es exigente. Tenemos ahora a PJ Harvey de vuelta a su obra maestra Stories from the city, stories from the sea, recuperada 21 años después en un disco que contiene solo demos de cada uno de sus temas. No suelo entretenerme con material musical alternativo al original, pero a este archivo de Polly Jean no le pongo reparos; es más, con toda la crudeza que presentan los cortes, despojados de acabados limpios y más próximos a la desnudez seca de sus primeros álbumes, no hay duda alguna en constatar que el contenido bruto de esta obra ya era materia valiosísima con la que pulir extraordinarias canciones. Eso es lo que pienso de temas como Big exit, A place called home, The whores hustle and the hustles whore, This is love o el supremo cierre que es We float. Las demos de estas piezas, y de todo el disco en conjunto, son los bocetos de lujo de un álbum que resiste la corrosión y el óxido.

jueves, febrero 25, 2021

LIVE IN 257: RESUCITAR A LOS MUERTOS... TONY JOE WHITE

Revivir a los fallecidos más allá del recuerdo, o de un disco pinchado, una película proyectada... No es nuevo recuperar la voz de un muerto en canciones póstumas: Rick Rubin lo hizo para completar algún volumen de la última producción de Johnny Cash utilizando ensayos archivados o música sin publicar antes de morir. Dan Auerbach hace ahora algo similar con demos guardadas de Tony Joe White, fallecido a finales de 2018. El hijo de White no consiguió convencer a su padre en vida para grabar lejos de su estudio casero ni con otros productores; pero aquellas voces y guitarras que en su día grabó de modo primitivo y enterró verán la luz tras habérselas entregado a Auerbach, que anhelaba trabajar con el pantanoso cantautor norteamericano. Con la tecnología como arma para resucitar aquello que ya no existe, Dan lleva a su sello discográfico la música inédita de White y la reviste con el concurso de veteranos músicos de Nashville, a los que une al joven Marcus King. Smoke from the chimney, se llama el álbum, listo para mayo. Tiene buena pinta.


lunes, febrero 22, 2021

VOLUME ONE 561: HUNTER AND THE DOG STAR (EDIE BRICKELL & NEW BOHEMIANS)


Siempre tendré a Edie y sus bohemios entre mis debilidades musicales. No son un grupo que vaya a hacer saltar la banca, no va a revolucionar nada ni a pasar a la historia por logros, exitazos, discografías ejemplares o escándalos, no va a sumar grupos de fans o despertar una fiebre de culto de un día para otro. Con la modestia de lo que hasta ahora ha hecho es suficiente para que le guarde un rincón generoso en mi corazón. Todo aquel que recuerde aquel fascinante tema de 1988 con que se dieron a conocer, What I Am, se habrá preguntado alguna vez: ¿qué fue de Edie Brickell & New Bohemians? Pues no mucho, la verdad. Solo han grabado cinco discos hasta hoy, con paréntesis de 16 y 12 años entre alguno, aunque Edie, además de criar a tres hijos con Paul Simon, ha firmado otros tres meritorios álbumes en solitario y otros dos junto al actor y músico Steve Martin. El grupo se unió de nuevo el año pasado para dar a luz Hunter and the Dog Star (Shuffle, 2021).

Y aquí tenemos de nuevo a Edie y sus chicos tal como son, con otro trabajo bien hecho que tampoco creará pasiones y pasará desapercibido, pero al que yo vuelvo a entregarle mis aplausos. Porque la banda se lo ha pasado bien tocando, se nota; le han salido un par de temas divertidos e impredecibles (Sleeve, My power, que abren y cierran el disco) y al oficio de cultivar el pop ameno y elegante le siguen saliento con facilidad arrebatadores estribillos (Don't get in the bed dirty, I don't know). A mí me basta.

Nota: 7/10

viernes, febrero 19, 2021

SOUNDTRACK 256: EL ESTUDIO EN LA GRANJA: ROCKFIELD

Una enciclopedia de estudios de grabación sería un tesoro de hitos y anécdotas, un catálogo de secretos y confidencias también. Desde los más emblemáticos a los más modestos estudios, se nos revelarían las sesiones privadas y las dinámicas de trabajo de los músicos en plena definición de sus discos; quizá constatásemos por qué algunos son genios, o por qué otros no lo son tanto. Rockfield estaría en esa enciclopedia. ¿Qué tienen en común Queen, Motorhead, Simple Minds, Oasis, Black Sabath, Coldplay, Robert Plant y The Stone Roses? Sin tener en cuenta que comparten nacionalidad, habría que comprobar si alguna vez coincidieron en el mismo festival. Si no es el caso, la respuesta es que alguna vez en sus carreras grabaron música en una vieja granja del este de Gales que desde mediados de los años 70 es también un estudio. Rockfield.

De eso trata el documental Rockfield: The studio on the farm, un muy entretenido repaso a cómo los hermanos Charles y Kingsley Ward, quienes una vez quisieron ser estrellas del rock, se quedaron muy pronto fuera del camino y convirtieron la granja en la que se habían criado en un estudio de grabación profesional, con el paso de los años equipado con la tecnología adecuada y actualizada. Su idea era que los músicos pudieran también alojarse y relajarse en el lugar mientras los hermanos se afanaban atendiendo la granja. Lo de la relajación, se abre a interpretaciones personales, seguro que Lemmy, Ozzy, Liam Gallagher y Stone Roses no se apartaban para entregarse a la lectura con el trinar de los pájaros y el mugido de las vacas como sintonía. Es agradable y a la vez entrañable ver este documental, e imaginarse el influjo (o no) de la naturaleza en aquellos seres poseídos por los espíritus desatados del rock.

Nota: en Rockfield también tomaron forma en más de 40 años trabajos de músicos tan dispares como Adam and The Ants,  Mike Oldfield, Judas Priest, Clannad, Iggy Pop, Suede, Badly Drawn Boy y unas cuantas decenas más.

lunes, febrero 15, 2021

VOLUME ONE 560: COLLAPSED IN SUNBEAMS (ARLO PARKS)


Este descubrimiento, esta silenciosa irrupción, produce muy agradables sensaciones. Hacen falta. La voz y la música de la británica Arlo Parks tiene algo de amistosa cercanía y en la imaginación lleva a sofisticados ambientes y amables evasiones. Neo soul, lo llaman algunos. No ando muy puesto en nombres, pero aquello que me gusta bajo la sombra de este estilo suele gustarme mucho. Como esto. Tiene 20 años solo Arlo Parks, y su nombre artístico esconde el que la trajo al mundo, Anaïs Oluwatoyin Estelle Marinho, cruce de varias sangres. La he visto en reseñas elogiosas y en reportajes que incluyen su primer álbum entre las más recientes tendencias con las que los expertos nos orientan sobre "lo que hay que escuchar". Collapsed in sunbeams (Transgressive, 2020) tiene una plaza merecida en ese grupo de novedades admirables. A falta de poder emparentarla con referencias del nuevo soul, diría que el álbum transmite la misma atmósfera que la mejor cosecha de Morcheeba, en especial la que contiene el glorioso disco Big calm, aunque sin escorzos ni programaciones. Arlo Parks guarda madurez en sus mensajes, sin morderse la lengua, y fabrica suaves sensualidades que se traducen en un puñado de piezas magistrales (Hurt, Hope, For Violet, Eugene).

Nota: 8/10

domingo, febrero 14, 2021

LIVE IN 256: LOS DIRECTOS DE TITO LESENDE


Al final le he echado mano, vista, oído y emoción al volumen con el que mi paisano Tito Lesende ha querido revivir las sensaciones añoradas de la música en vivo. Desde el tocadiscos ahora que no podemos ni rozarnos en una sala, un teatro o un pabellón, o con el reproductor en marcha, y unos cuantos recuerdos de vivencias irrepetibles. La propuesta, el repaso, el juego, se llama Los 100 mejores discos de rock en directo, que edita Efe Eme, al que el prólogo de Fernando Neira y la introducción del autor invitan irresistiblemente. La selección, explica Lesende, excluye la música en castellano (objeto, quizá, de un próximo volumen), y una vez metidos en materia se trata de dejarse poseer por la música directa y en directo que nace de los artistas seleccionados. Estaremos de acuerdo con una buena parte, tendremos cuentas pendientes, quizá querremos escuchar aquello que antes no nos atraía o deseemos volver a dejarnos devorar por lo que una vez nos engulló vivos y nos dejó en los huesos. La música en vivo, en todo caso, es una necesidad, y es una de esas cosas que muchos llevamos casi un año queriendo recuperar para sentir que aún tenemos pulso.

Esta es mi experiencia con el libro de Lesende: he escuchado 44 discos de los 100 que escoge, de los que tengo algo más de la mitad; me animo a dedicarle mi tiempo a dos puñados de álbumes (Little Feat, Depeche Mode, Bonnie Raitt y Rush entre ellos) y seguiré resistiéndome a otro puñado (Judas Priest, Genesis, Sepultura y Scorpions, por ejemplo). Algún día jugaré a hacer mi lista particular para incluir alguno que he echado de menos (y sí, ahí meto al menos dos en castellano, de Radio Futura y Miguel Ríos).

viernes, febrero 12, 2021

BOOTLEG SERIES 92: BABY HUEY


¿Quién fue Baby Huey? El soul y el funk de bandera estadounidense dan cobijo a cientos de músicos que no llegaron a sentir el hormigueo del éxito, ni siquiera el gustillo de verse escritos y leídos en unas cuantas buenas reseñas. Son, fueron, nombres de tercera o cuarta fila que merecían habitar en divisiones más altas. Quizá Baby Huey estaba llamado a moverse en esas esferas, pero su vida breve le imposibilitó llegar a más altura que aquella en la que, con el tiempo, acaban ocupando músicos de culto. Objeto de culto o no, Baby Huey, nacido con el nombre de James Ramey en 1944, solo llegó a cumplir 26 años. Se movió en la escena soul de Chicago, donde su imponente presencia no pasaba desapercibida, aunque acabaría por quitarle la vida. Sufría un serio problema glandular que le causaba excesivo sobrepeso. El añadido del consumo de drogas terminaría con su vida a finales de 1970, sin poder escuchar el que fue su único disco: The Baby Huey Story: The Living Legend. Este álbum es una joya, si cabe para el orgasmo de coleccionistas de rarezas. Con el respaldo del gran Curtis Mayfield y el apoyo de la banda The Babysitters, destila el sudor soulero y el éxtasis de comunión con la audiencia que también salía de la voz y el cuerpo de otro hombre grande como Solomon Burke. Un tesoro de verdad.

miércoles, febrero 10, 2021

BONUS TRACK 234: ARE YOU GONNA GO MY WAY (LENNY KRAVITZ)


A Lenny Kravitz lo incluyo en el apartado de músicos de alto rango con los que no consigo entusiasmarme. Y eso que tiene discos realmente buenos, alguno notable, cuya calidad hace olvidar sus mediocres apuestas (Baptism, Raise Vibration). Basta entretenerse con su debut, Let love rule (1989), o con Lenny (2001) o Black and white America (2011). En el mismo paquete debe meterse Are you gonna go my way (1993), álbum con el que Kravitz consolidó no solo su poderosa imagen, muy del gusto de los cazadores de tendencias, estampa fashion, proyección molona, también su talento al frente y detrás de las canciones. Fue su tercer disco, donde mejor eclosiona la huella heredada de Led Zeppelin, y cuyo contrapunto lo ponen temas más plácidos entre el pop y el rock salpicados de tintes soul. Ese arranque a lo Hendrix del tema titular es todo un latigazo seductor, al que suceden baladas dignas y alguna que otra vigorosa exhibición guitarrera, unas y otras ancladas en tiempos indefinidos, más bien bastante antes de aquel 1993. Kravitz repitió estas fórmulas en los álbumes siguientes, cada cual con aportaciones nuevas y alguna experimentación de géneros. De forma eficiente, resultona, aunque no arrolladora. Quizá sea eso lo que le echo en falta a su música.

domingo, febrero 07, 2021

VOLUME ONE 559: CUANDO SUBA EL RÍO (SERTUCHA)


Qué bien sienta encontrarse a quienes siempre tendrán nuestra admiración en el motor de quienes empezamos a admirar, arraigados en el fondo para traer al frente nuevas superficies, paisajes sonoros que en el presente beben de la fuente inspiradora de un pasado que parece lejano. Atención a este álbum, amantes del rock americano, nostálgicos del folk rock de California: su autor tiene raíces vascas, identidad en A Coruña (qué de lujos musicales guarda esta ciudad) y adopción extremeña, y al oírlo cantar al abrigo del baile reposado de guitarras acústicas y eléctricas creerías que estás ante un nombre de primera fila de aquella soleada generación, allá por comienzos de los setenta, solo que expresándose en castellano. Aritz Sertucha, miembro de esa exultante banda que es Milana, se bautiza en solitario con Cuando suba el río (Milanamúsica Records, 2021), grabado en dos días en el estudio de Hendrik Röver en Cantabria.

En este disco de primorosa instrumentación te encontrarás a un autor de voz propia y con sobresaliente en magisterio de rock americano de raíces. En sus genes musicales conviven Stephen Stills, Neil Young (y por extensión Buffalo Springfield y CSN&Y), Jackson Browne, Roger McGuinn, Gram Parsons... Que no intimide tanta referencia, tanta geografía... debe tenerse en cuenta y saborearse por ello: Sertucha asimila las mejores enseñanzas y obtiene el doctorado. Los dos álbumes de su banda nos llevaban a campos polvorientos e historias pesimistas; Cuando suba el río desprende más luminosidad y apela a los hogares que todos buscamos. Hay piezas de gran goce (La canción del hombre muerto, Que no me puedan machacar, Cosecha) y perlas que da gusto llevarse al oído (Cuando suba el río, Feliz). El mejor rock americano tiene en Sertucha un brillante exponente.

Nota: 8/10

 

viernes, febrero 05, 2021

BOOTLEG SERIES 91: OUR NEW ORLEANS

"Mi Steinway, mis discos, mis arreglos, mi estudio... todo se ha perdido. Tengo ocho pies de agua en mi casa cerca de Bayou St. John (...) Pero el espíritu no se ha hundido, todavía tengo mi música. Dadme un martillo, estoy listo para hacer mi parte". (Allen Toussaint)

 Es bueno recordar y ensalzar estos gestos cuando hace falta unión y arrimar el hombro para superar el hundimiento. El agua desbordada no acabó con la música en la ciudad de la música. Entre septiembre y octubre de 2005 una veintena de músicos de New Orleans grabaron un disco benéfico como homenaje a su ciudad y sus gentes, castigadas desde agosto por el mar furioso del golfo que rompió los diques y ahogó las calles. Miles de personas perdieron sus casas y propiedades por el huracán Katrina, a muchos vecinos se los tragó el agua. Aquel disco, Our New Orleans, se acaba de reeditar en vinilo con cinco temas más. 

Escuchar alguna de aquellas canciones continúa provocando emociones poderosas. Hay temas que, entre la nostalgia y la aflicción, consiguen transmitir el dolor de la población y el encanto lastimado de la ciudad, con los desfiles de sus calles y la música por respiración. Es un álbum magnífico y conmovedor en el que participaron productores como Hal Willner, Ry Cooder y Joe Henry y músicos como Allen Toussaint, Dr. John, Randy Newman, Irma Thomas, Eddie Bo o Dirty Dozen Brass Band. Nada tiene desperdicio, y entre todo su valioso contenido sobresale la inmensa contribución de Buckwheat Zydeco y el tema Cryin' in the streets.

martes, febrero 02, 2021

VOLUME ONE 558: REVOLUTIONARY LOVE (ANI DIFRANCO)


Alguna vez en este blog he dado forma a un texto como si de algún modo escribiera una carta de amor. O expresara un agradecimiento inmenso a un músico o una banda, o a un disco en particular, por ser parte importante, definitoria, de mi vida. A Ani DiFranco la he amado con mis palabras y gracias a su música, entregado a alguno de sus trabajos más brillantes o absorbido en el remolino de algún concierto al que ella me atrajo un día. Ani es para mí una de esas figuras de la música (pocas hay) a las que me siento más cercano; una cercanía que consiste en olvidarme de todo lo demás y dedicarle a su música mi tiempo, en imaginar una tarde de invierno escuchando sus canciones con ella y dejar que la noche envolviese nuestra conversación. Mi forma de concebir la música y el poder de su esencia no sería la misma si hace 25 o 30 años, ya no recuerdo, no hubiera sabido de Ani.

Revolutionary love (Righteous Babe, 2021) entra en el grupo selecto del legado extraordinario de Ani DiFranco y ocupa un lugar de honor junto a obras como Not a pretty girl, Knuckle down, Little Plastic Castle o Binary. De verdad. Dos días, solo ese tiempo en el estudio, dieron para mucho en esta época de encierro. Cubre sus canciones y mensajes, su independencia soberana, con seda y esponjas. Cálida como nunca, calmada y elocuente en su denuncia, fina y escalofriante con su guitarra, compone la mejor colección de canciones en mucho tiempo (Revolutionary love, Do or die, Shrinking violet, Metropolis, Simultaneously). Yo, de nuevo, me deshago en su música. Todo tuyo una vez más. Y gracias siempre. 

Nota: 9,5/10