A Lenny Kravitz lo incluyo en el apartado de músicos de alto rango con los que no consigo entusiasmarme. Y eso que tiene discos realmente buenos, alguno notable, cuya calidad hace olvidar sus mediocres apuestas (Baptism, Raise Vibration). Basta entretenerse con su debut, Let love rule (1989), o con Lenny (2001) o Black and white America (2011). En el mismo paquete debe meterse Are you gonna go my way (1993), álbum con el que Kravitz consolidó no solo su poderosa imagen, muy del gusto de los cazadores de tendencias, estampa fashion, proyección molona, también su talento al frente y detrás de las canciones. Fue su tercer disco, donde mejor eclosiona la huella heredada de Led Zeppelin, y cuyo contrapunto lo ponen temas más plácidos entre el pop y el rock salpicados de tintes soul. Ese arranque a lo Hendrix del tema titular es todo un latigazo seductor, al que suceden baladas dignas y alguna que otra vigorosa exhibición guitarrera, unas y otras ancladas en tiempos indefinidos, más bien bastante antes de aquel 1993. Kravitz repitió estas fórmulas en los álbumes siguientes, cada cual con aportaciones nuevas y alguna experimentación de géneros. De forma eficiente, resultona, aunque no arrolladora. Quizá sea eso lo que le echo en falta a su música.
miércoles, febrero 10, 2021
BONUS TRACK 234: ARE YOU GONNA GO MY WAY (LENNY KRAVITZ)
A Lenny Kravitz lo incluyo en el apartado de músicos de alto rango con los que no consigo entusiasmarme. Y eso que tiene discos realmente buenos, alguno notable, cuya calidad hace olvidar sus mediocres apuestas (Baptism, Raise Vibration). Basta entretenerse con su debut, Let love rule (1989), o con Lenny (2001) o Black and white America (2011). En el mismo paquete debe meterse Are you gonna go my way (1993), álbum con el que Kravitz consolidó no solo su poderosa imagen, muy del gusto de los cazadores de tendencias, estampa fashion, proyección molona, también su talento al frente y detrás de las canciones. Fue su tercer disco, donde mejor eclosiona la huella heredada de Led Zeppelin, y cuyo contrapunto lo ponen temas más plácidos entre el pop y el rock salpicados de tintes soul. Ese arranque a lo Hendrix del tema titular es todo un latigazo seductor, al que suceden baladas dignas y alguna que otra vigorosa exhibición guitarrera, unas y otras ancladas en tiempos indefinidos, más bien bastante antes de aquel 1993. Kravitz repitió estas fórmulas en los álbumes siguientes, cada cual con aportaciones nuevas y alguna experimentación de géneros. De forma eficiente, resultona, aunque no arrolladora. Quizá sea eso lo que le echo en falta a su música.
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