Teorías al margen, Paul is Alive.
Ahora que recordamos que John murió hace 40 años, conviene recapitular, y aplaudir, que en cuatro décadas Paul ha grabado casi una veintena de discos de estudio, en algunos, con y sin Wings, dejando muestra de su talento compositivo y de su inquietud creativa (Band on the run, Flaming pie, Driving rain, Chaos and creation in the backyard). Me he preguntado más de una vez qué música haría Lennon si siguiera vivo... porque la que engorda la carrera de McCartney, con altibajos y momentos culminantes, con pasos cambiantes, es un ejemplo de coherencia que merece todo el aprecio incuestionable que tenía cuando los Beatles aún tenían vida.
Digo esto porque en 2020 Paul ha grabado McCartney III, que como McCartney y McCartney II hace cincuenta y cuarenta años respectivamente, son trabajos creados por completo por Paul en solitario, él al frente y a cargo de todo. Sí, hoy un beatle sigue grabando discos y... ¿le importa a alguien? No diré mucho más, tan solo que esta tercera entrega de absolutismo mccartneyano a la que me resulta difícil darle un análisis, encontrarle una reseña, me gusta mucho. Y bien que me alegro. De que Paul siga vivo.
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