En los músicos que más te gustan (viejos o nuevos, de masas o de culto) te detienes más que en otros de tu agrado. Cuando despachan un nuevo disco le dedicas más atención para advertir matices y encontrar hallazgos, o lees más sobre esa última obra que han compuesto, y que comparas con las que la preceden tratando de encontrarte, por un momento, en la mente del creador. Jonathan Wilson está para mí en esta categoría de músicos. Le encaja muy bien esa denominación de creador. Así que vamos con Dixie Blur (Bella Union, 2020), un álbum que supone un ligero desvío en la dirección que iba tomando su música.
Wilson nació y creció en Carolina del Norte y en su tercera década de vida se trasladó a Los Ángeles, a la zona de Topanga y Laurel Canyon. En ese apartado enclave que entre finales de los sesenta y mediados de los setenta juntó a una dispar comunidad cultivada en el rico folk rock americano de aquellos tiempos Wilson ha creado -y producido para otros músicos (Father John Misty, Dawes, Karen Elson)- un rock de texturas resbaladizas al que ha barnizado con brochazos psicodélicos sin desechar viejas brisas folk. En su música en cambio destaca más el lustre de una producción prodigiosa con espacio para las extravagancias que envuelve algunas canciones en polvo cósmico. Con esa fórmula ha grabado dos sensacionales álbumes como Gentle spirit (2011) y Fanfare (2013) y el más ambicioso Rare birds (2018), en el que recursos electrónicos, variados instrumentos y no pocos juegos de efectismo sonoro crean extrañas atmósferas. Ahora con Dixie Blur, Wilson no solo cambia de estudio base para sacudirse ropaje y purpurina, también viaja a su pasado para buscarse en emociones y añoranzas.
En sociedad con Pat Sansone, miembro de Wilco, nuestro protagonista se traslada a Nashville, y en el Cowboy Jack Clement's Sound Emporium Studio junto a una brigada de veteranos músicos de sesión echa mano de pedal steel guitars, violines, armónicas y guitarras acústicas como si con estos instrumentos y en otra clave tratase de recuperar raíces. El cambio de vestuario no es radical, aún afloran en las piezas livianas de Dixie Blur modestos trucos sonoros que no olvidan Topanga ni los privilegiados talentos de Jonathan Wilson.
Nota: 7,5/10
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1 comentario:
Ligero desvio como dices ... pero uno bastante bueno. Intenta romper con lo que represento Fanfare - para mi su mejor disco - y probar cosas distintas. Mucho respeto por este tipo. Saludos,
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