Se nos va uno de la comunidad. Uno más. Un vecino longevo que podría haber perdido la cuenta de sus escritos sobre la música que adora; pero no, no es su caso, la repasa en su último post. ¡Madre mía! Sentimos el vacío que deja, ya resuena perdiéndose en la distancia el eco de la voz que compartía con nosotros, una pasión que era (y es) parte de su organismo.
En el entorno en que respira este blog parece que vamos quedando menos. Unos se han ido y han vuelto; otros se lo piensan un mes y al siguiente y continúan, resisten; otros abandonan. Y aquellos entre los que me incluyo nos preguntamos a menudo por qué, después de más de 15 años y casi 2.000 escritos, seguimos en esta extraña comunidad de melómanos adictos.
¿Por qué? Un día te diría que porque me da pena perder a mi criatura, con la que hemos crecido ella y yo, cada uno en su dimensión. Otro día respondería que siento la necesidad de que en algún lugar perdido de la realidad intangible quede constancia de lo que un día (o siempre) pensé sobre un disco, un grupo musical, una película o una serie de televisión. También podría decirte que no quiero perder, con la renuncia a este blog humilde, una gran parte de mí.
sábado, marzo 07, 2020
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