Dejé hace
tiempo de interesarme por los Oscars, de seguir una gala que me juntaba con
amigos de madrugada, de conceder equivocadamente más valor a las películas que
aspiraban a los premios principales que a muchas otras de las que la farándula
de Hollywood se había olvidado de nominar, y, en definitiva y más allá, de magnificar las evasiones
que el cine nos ofrece desde sus orígenes. Este año tampoco habrá Oscars por mi
parte, aunque no puedo evitar mirarlos de reojo, en los días anteriores, cuando
veo una película en la que actores y actrices que me gustan merecen nominaciones.
Me gustaría mucho que en unas horas ganasen el Oscar al mejor actor Viggo Mortensen o Christian Bale.
A Viggo, con
el paso de las películas, lo sitúo en el grupo de actores mayúsculos que
aparentan esforzarse poco para resultar convincentes y transmitir complicidad con el espectador. Good,
The road, Promesas del Este y Captain Fantastic me parecen
interpretaciones suyas formidables, tanto como la que dibuja a su personaje en
el film Green book. Aquí el actor, que ganó peso y absorbió el habla y los modos de los italianos residentes en el Bronx, vuelve a entusiasmar con una sonrisa, con un giro en la mirada o solo con la manera de caminar. Viggo Mortensen tiene el carisma de quien conduce la película entera para que al final te quede el recuerdo de ella porque él estaba al frente del reparto.
Otro que engordó, todavía más kilos, ha sido Christian Bale, quien me ha asustado más de una vez con las transformaciones a las que somete su cuerpo con esa asombrosa facilidad para en un mismo año ser el fornido Batman o un traumático esqueleto. Bale, de la mano de una habilidosa dirección, la de Adam McKay, se impone admirablemente en El vicio del poder convertido en ese maquiavélico gobernante en la sombra que fue Dick Cheney. El maquinista ofrecía una de sus mejores actuaciones, o American Psycho, o The Fighter, por la que ya ha ganado el Oscar este actor que me seduce tanto como me intimida.
1 comentario:
Dos de mis favoritos también. Tienes razón, Viggo desprende carisma y Bale a sus increíbles transformaciones físicas le añade también mucho carisma. Sin duda me recuerda al mejor De Niro aquella bestia de finales de los setenta y primeros ochenta.
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