El
rock es ante todo una fiesta, una celebración. Despojado de sus
ambiciones y horizontes trascendentes, en su sentido inmediato y actitud
más pura, el rock and roll se vive para celebrar un estado de euforia y
de comunión entre el músico y su público. Y eso, fiesta, euforia y
comunión, se vivió (lo viví) en La Iguana de Vigo con Chuck Prophet, Charlie Sexton y The Rolling Stones. Están de gira por el país junto a un bajista y un baterista para rescatar el disco Some girls de los Stones, grabado hace 40 años. Chuck y Charlie entran en la esencia del álbum y lo tocan entero, sin orden, con unos temas más de Jagger y Richards como colofón (Brown sugar, Star star y Jumpin' Jack Flash) para llevar su homenaje a la apoteosis.
Lo
bueno de todo, ya digo, es que la pareja de músicos se lo pasan en
grande y se lo hacen pasar a los demás con casi hora y media de rock and
roll de toda la vida, ardiente y carnal, en este paréntesis que han
hecho en sus carreras para juntarse y vestirse de los Stones. Por eso, más que con algún tema o momento en concreto mejores que otros (que los hubo), me quedo con la satisfacción que Chuck y Charlie y sus prodigiosas guitarras tan bien entrecruzadas como lo estaban las de Keith y Ronnie,
exhibían en la apretada sala, a medio metro de quienes estábamos
delante. De eso se trata también, de que veteranos como ellos sigan
siendo, ellos mismos, jóvenes poseídos por la excitante fuerza vital del rock.
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