Las caras B del
éxito en el circo del rock and roll me fascinan tanto o más como las vidas y
vivencias de quienes abrazan la gloria. Un músico casi anónimo, un tipo en
realidad de lo más común que huye de las luces cegadoras de la fama sin perder
respeto ni prestigio, o incluso un fracasado me caen mejor que los bendecidos
por las luces y la fortuna. Hay algunos documentales que se detienen en casos como
ellos: Anvil: The story of Anvil, The devil and Daniel Johnston y New York Doll
son tres buenos ejemplos que, respectivamente, todos con un enfoque de nostalgia
y amargura, dan voz a una banda a la que no sonrió la suerte que sí tuvieron
multitud de bandas de heavy metal, a un trastornado músico underground, y al
miembro caído en desgracia y en el olvido de una célebre banda de los años
setenta. Hoy he leído otra historia de esas que merecería otro documental, la
de John Deacon, el bajista de Queen, un multimillonario dedicado a su familia y
sus aficiones totalmente alejado de legado musical y de cualquier asunto que incumba
a su explotado grupo, un hombre cualquiera entre la multitud.
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2 comentarios:
Me sucede como a ti. Siempre me han interesado las historias de los músicos a la sombra no tan llamativos pero cargados de talento. Y John Deacon es uno de ellos, sin duda.
Sex,love and rock´n soul
Tambien he leido algo sobre Deacon estos dias ... en realidad siento cierta admiracion por tios asi que no ven necesaria la constante explotacion del legado del que son autores. Aunque claro ... sin esos que si lo hacen, nunca hubieramos visto a Ian Astbury al frente de unos Doors reformados en una gira acojonante ...
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